Sensible, inspirado y creador, no cabe duda que el compositor y cantante guanajuatense, José Alfredo Jiménez, provenía de un mundo raro; así, aludiendo a una de sus bellas composiciones. Retrataba el alma humana en sus canciones y su nombre se inscribe con letras de oro en la historia de la música popular mexicana. Murió de cirrosis, hace 44 años.
Pero era humano, de carne y hueso. Relata Chavela Vargas que cuando se acababa el alcohol en El Tenampa de Garibaldi, que solían frecuentar con insistencia, entonces lo atacaban la tristeza y la soledad. Porque aunque le sonreía la fama, tenía dinero y lo asediaban las mujeres, bohemio como era, se sentía vacío, algo le faltaba para sentirse pleno; algo difícil de encontrar en esas condiciones.
Hoy se le recuerda con admiración y cariño. En Dolores Hidalgo, la tierra donde nació, existe un museo en la que fuera su casa, ubicada muy cerca de la parroquia donde Miguel Hidalgo dio el “grito” de Independencia. Ahí se exhibe su vida, su historia y se escuchan sus canciones. Ahí vio la primera luz el 19 de enero de 1926, hijo de Agustín Jiménez y Carmen Sandoval.
Su padre poseía una farmacia, nada que ver con la música. José Alfredo antes de triunfar en los escenarios jugó futbol en los equipos Marte y Oviedo de primera división, en la posición de portero, hasta que el artista y cantante veracruzano Andrés Huesca se apareció en su camino y le grabó una de sus canciones: Yo, con tanto éxito que propició el debut de Jiménez en la XEW en 1948.
A partir de entonces sus huapangos, corridos y canciones rancheras dominaron el panorama musical de México. Títulos como “El jinete”, “Si nos dejan”, “Ella”, “Paloma querida”, Caminos de Guanajuato”, “Serenata a la luz de la luna”, “No me amenaces”, Tú y las nubes”, “Guitarras de medianoche”, “Amarga navidad” y “La que se fue”, entre muchos otros, forman parte del acervo artístico y cultural de nuestro país y han sido interpretados por estrellas como Pedro Infante, Jorge Negrete, Javier Solís, Pedro Vargas, Vicente Fernández, Lola Beltrán, Lucha Villa, Miguel Aceves Mejía, Plácido Domingo, María de Lourdes y hasta figuras como Juan Gabriel, Joaquín Sabina, Luis Miguel y el grupo Maná que le grabó “Te solté la rienda”.
Cuántos títulos, cuántas melodías de belleza incomparable. José Alfredo cantaba de dolor, de desamor, pero también retrataba pasajes y paisajes mexicanos. Sí, se le ligaba mucho al trago. Muchas de sus canciones abordan la copa y por ello fue criticado; Lucha Villa, sin embargo, en una ocasión salió en su defensa y retó a sus detractores a realizar tan solo un poco de la inmensa obra del artista.
De su vida sentimental, consta que procreó seis hijos: dos con Paloma Gálvez y cuatro con Mary Medel; también mantuvo una relación con la cantante Alicia Juárez.
Participó como actor en una veintena de películas y, tal vez le suene a usted trillado, pero nunca mejor como ahora el epíteto le viene como anillo al dedo: a 44 años de su muerte, que hoy se cumplen, José Alfredo Jiménez Sandoval, sencillamente, sigue siendo el rey, aludiendo de este modo a otra de sus composiciones más celebradas que todo México canta: “El rey”.
Falleció víctima de cirrosis hepática el 23 de noviembre de 1973, está sepultado en el panteón de Dolores Hidalgo, donde su tumba tiene la forma de un sombrero de charro y un sarape.