Biarritz-, en el marco de la 28 edición del Festival de Cine Latinoamericano de este balneario francés, donde compite en la Sección Documental. La cineasta mexicana trabaja ya en un nuevo proyecto documental sobre su propia identidad, en la línea de Titixe, su ópera prima.
En entrevista telefónica, ya que no pudo estar presente en Biarritz, Hernández Velasco señaló que “estoy empezando a escribir mi siguiente documental, una historia que continúa la línea que comencé en Titixe, en la búsqueda para responder la pregunta de quién soy y con la posibilidad de vincularla a un contexto femenino compartido”.
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Confió en que pueda empezar este proyecto en 2020 y afirmó que ya está teniendo los primeros acercamientos para el año que viene arrancar un primer proceso de producción.
La cineasta mexicana manifestó estar bastante conmovida y triste de no poder estar acompañando la película en Biarritz, en un festival de referencia “y creo que es un poco ya la colita que le queda a la película de exhibición en festivales después de haber estado en diferentes rincones del mundo, así que qué mejor hacerlo en una fiesta del cine latinoamericano, estoy expectante de conocer las reacciones y muy emocionada”.
En Titixe, filmada en una localidad poblana,el último campesino de una familia ha muerto y con él se ha ido toda sabiduría para trabajar la tierra. Sin experiencia agrícola, su hija y su nieta (la directora de esta película) intentarán una última siembra para convencer a la abuela de quedarse con el terreno familiar.
Hernández Velasco indicó que cuando estaba emprendiendo el camino para hacer la película, una de sus principales preocupaciones era en qué medida su experiencia personal, su búsqueda, podía exportarse y podía tocar a otras personas.
"Creo que si bien la película parte de una cuestión emotiva e intuitiva, aproximarme al campo de mi abuelo para cumplir una promesa, los cinco años que duró el proceso de producción me permitió a mí dejar que la búsqueda se añejara y madurara y buscar, entre tanto, conexiones universales y contemporáneas, la pérdida de alguien o una cosmovisión rural”, añadió.
Tras el paso de Titixe en distintos lugares del mundo como Roma, España y el propio México, “he podido recibir la retroalimentación de personas que han resultado conmovidos porque les recuerdan a sus propias historias, a sus abuelos o abuelas, gente de mi edad que me decían que ellos también habían perdido algo muy valioso”.
Al hablar sobre el proceso de rodaje, explicó que “estuve una temporada larga, por periodos extensos sola en el terreno de mi abuelo con mi camarita y mi micrófono amateur y fue a partir de esta soledad y de esta economía de recursos, ya que no tuve que esperar o depender de un equipo gigantesco y costoso para que me acompañara a hacer esta exploración, a partir de la soledad e intimidad, que pude poner mis ojos en las cosas más pequeñas como un grano de frijol, la luna, un pájaro o las manos de mi madre”.
Por ello, subrayó las amplias posibilidades que tiene ahora el cine ya que globalmente hay diferentes búsquedas para producir de otras maneras. “Para mí eso es interesante porque permite que otras voces puedan reclamar un espacio en el panorama artístico cinematográfico mundial, no solo las voces que dependen de los grandes apoyos”.