/ sábado 12 de marzo de 2022

Deme Bonilla hace debut en teatro con monólogo autobiográfica

Deme Bonilla narra en Piensos del lóbulo frontal derecho, sus vivencias con el TDAH

Jazz, luces bajas, un monólogo y una melena larguísima cobijada por una sudadera gris. Así se presenta el actor Demetrio Bonilla, hijo de Fernando Bonilla y nieto de Héctor Bonilla, a sólo unas horas de debutar con Piensos del lóbulo frontal derecho, sobre un adolescente con Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad, TDAH que intenta escribir su propia historia.

Es la primera vez que actuará en un escenario. Esconde sus manos entre las mangas de su chamarra, pero declara sentirse seguro para estar solo en escena. Y no es para menos, pues esta obra es “un biodrama nacido de una idea loca que evolucionó a una tarea y terminó en un monólogo”, escrito junto a la dramaturga y actriz Valeria Fabbri, a quien agradece la dirección y el acompañamiento.

¿Fue difícil escribir sobre ti mismo?, se le cuestiona. “La verdad no, quizá suene demasiado narcisista pero fue muy fácil. Fue como escribir un diario. Ya después Valeria lo leía y me decía ‘ahí sí te la volaste’, o ‘eso se queda’. Podía escribir sobre un trauma o sobre lo que desayuné ese día, fue padre”, dice el actor en entrevista.

En la obra se tratan desde temas como la música de John Coltrane, pasando por el TDAH y la epilepsia, ese coctel, explica, parte de su gusto por el jazz. “La música de Coltrane siempre me ha gustado mucho, después, investigando, me di cuenta de que tenía una iglesia en África, a lo Maradona. Coltrane era todo un ídolo entre la gente, un loco”.

Sobre el TDAH, la epilepsia y la hiperactividad, Bonilla comenta que “es muy importante visibilizar estos temas, el Trastorno de Déficit de Atención es común en los niños, pero raro que siga en adultos, y también existe la epilepsia sin convulsiones, son cosas que no mucha gente sabe, temas que la sociedad minimiza”.

Deme está lleno de anécdotas, cuenta las veces que hacía la tarea tras los bastidores del Foro Shakespeare o el Helénico. “Era incomodísimo, pero ahora me doy cuenta de que fue un privilegio crecer en los camerinos, si esta obra pasa por el ojo clínico familiar, será divertido, porque sé que cualquier nota viene desde un lugar muy amoroso, pero espero que les guste”, agrega y asegura que sus padres siempre le dieron opciones, “no me obligaron a dedicarme al teatro, pero yo estoy seguro de que voy a ser actor”.

Entre risas, hace una señal de excavación con las manos para hablar de su primera vocación. “Quería ser… ¿cómo se llaman los que encuentran los huesos de los dinosaurios?”. Reímos y respondemos a su pregunta: Paleontólogos.

Esa es la magia de Demetrio Bonilla, llenar un silencioso espacio con su presencia activadora. “Todavía no estudio teatro profesionalmente, aún estoy en la prepa, pero sí está entre mis planes. Recuerdo que a los 15 años o sea, ayer, (bromea) formé parte de un grupo llamado La Antorcha”.

Y aún quedan atisbos de esa antorcha en él, pues con esa energía chispeante, concluye: “Seré actor, y si los caminos de la vida no son lo que espero, seré… no sé, iluminador. Quiero estar en el teatro como sea, delante o detrás del escenario”.

Piensos del lóbulo frontal derecho, se presenta todos los sábados a las 19:00 horas en La Teatrería.

Jazz, luces bajas, un monólogo y una melena larguísima cobijada por una sudadera gris. Así se presenta el actor Demetrio Bonilla, hijo de Fernando Bonilla y nieto de Héctor Bonilla, a sólo unas horas de debutar con Piensos del lóbulo frontal derecho, sobre un adolescente con Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad, TDAH que intenta escribir su propia historia.

Es la primera vez que actuará en un escenario. Esconde sus manos entre las mangas de su chamarra, pero declara sentirse seguro para estar solo en escena. Y no es para menos, pues esta obra es “un biodrama nacido de una idea loca que evolucionó a una tarea y terminó en un monólogo”, escrito junto a la dramaturga y actriz Valeria Fabbri, a quien agradece la dirección y el acompañamiento.

¿Fue difícil escribir sobre ti mismo?, se le cuestiona. “La verdad no, quizá suene demasiado narcisista pero fue muy fácil. Fue como escribir un diario. Ya después Valeria lo leía y me decía ‘ahí sí te la volaste’, o ‘eso se queda’. Podía escribir sobre un trauma o sobre lo que desayuné ese día, fue padre”, dice el actor en entrevista.

En la obra se tratan desde temas como la música de John Coltrane, pasando por el TDAH y la epilepsia, ese coctel, explica, parte de su gusto por el jazz. “La música de Coltrane siempre me ha gustado mucho, después, investigando, me di cuenta de que tenía una iglesia en África, a lo Maradona. Coltrane era todo un ídolo entre la gente, un loco”.

Sobre el TDAH, la epilepsia y la hiperactividad, Bonilla comenta que “es muy importante visibilizar estos temas, el Trastorno de Déficit de Atención es común en los niños, pero raro que siga en adultos, y también existe la epilepsia sin convulsiones, son cosas que no mucha gente sabe, temas que la sociedad minimiza”.

Deme está lleno de anécdotas, cuenta las veces que hacía la tarea tras los bastidores del Foro Shakespeare o el Helénico. “Era incomodísimo, pero ahora me doy cuenta de que fue un privilegio crecer en los camerinos, si esta obra pasa por el ojo clínico familiar, será divertido, porque sé que cualquier nota viene desde un lugar muy amoroso, pero espero que les guste”, agrega y asegura que sus padres siempre le dieron opciones, “no me obligaron a dedicarme al teatro, pero yo estoy seguro de que voy a ser actor”.

Entre risas, hace una señal de excavación con las manos para hablar de su primera vocación. “Quería ser… ¿cómo se llaman los que encuentran los huesos de los dinosaurios?”. Reímos y respondemos a su pregunta: Paleontólogos.

Esa es la magia de Demetrio Bonilla, llenar un silencioso espacio con su presencia activadora. “Todavía no estudio teatro profesionalmente, aún estoy en la prepa, pero sí está entre mis planes. Recuerdo que a los 15 años o sea, ayer, (bromea) formé parte de un grupo llamado La Antorcha”.

Y aún quedan atisbos de esa antorcha en él, pues con esa energía chispeante, concluye: “Seré actor, y si los caminos de la vida no son lo que espero, seré… no sé, iluminador. Quiero estar en el teatro como sea, delante o detrás del escenario”.

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