El último escandalito que sacude -más o menos- la cotidianidad del certamen y que hace la primera plana de los diarios de industria es por las quejas de una parte de los asistentes por la desigual repartición de los boletos de entrada reservados electrónicamente. Así mientras que a temprana hora de este viernes el festival se las arregló para organizar dos funciones más del controvertido mediometraje de Pedro Almodóvar después que gran parte de público poseedor de boletos se quedó fuera de la sala en el estreno.
Los participantes en el Mercado del Film quienes pagan fuertes cuotas para tener acceso a él -compradores, vendedores, productores- pusieron el grito al cielo por no serles posible reservar boletos para las funciones oficiales. Ellos alegan que los grandes patrocinadores del festival, como Gucci, Yves Saint Laurent, Chopard, TicTok y L’Oreal se hacen con la mayor parte de entradas que a continuación distribuyen a sus clientes. A ver cómo se las arreglan lo directivos de Cannes.
La competencia se engalanó con dos películas, una de un veterano gran maestro del cine turco y la otra de un relativamente novel realizador británico.
El turco Nuri Bilge Ceylan regresa con Hojas secas por séptima ocasión a la competencia de Cannes, donde ha ganado ya varios premios, entre ellos la codiciada Palma de Oro para Durmiendo en invierno (Winter Sleep), en 2014.
Fiel a la larga duración de sus películas, la presente dura tres horas 15 y a su temática de relaciones humanas y sociales, la mayoría de las veces desarrollándose en los inhóspitos paisajes del este del país, Bilge Ceylan ofrece aquí una obra que se apetece más accesible que algunas otras anteriores suyas a un espectador no especialmente cinéfilo y elitista.
La historia de un profesor en una escuela rural, el enfrentamiento a sus demonios personales y la crítica de los habitantes de la aldea, ofrecen al realizador y guionista la posibilidad de plasmar de manera muy convincente y emocional una oda a los detalles de la vida diaria y a la fuerza y vitalidad de la mujer a través de los retratos de una joven ex militante y de una alumna del profesor, ambas tratando a su manera de reivindicar su feminidad en medio de un contexto adverso y hostil.
En cuanto a Zona de interés, otra película en selección oficial dirigida por el relativamente poco conocido cineasta británico Jonathan Glazer, uno se arriesgaría sostener que se trata de la mayor revelación del festival de este año por lo menos hasta ahora.
Glazer plasma el dramático y espeluznante retrato de una familia nazi, la de un comandante del campo de exterminio de Auschwitz, que disfruta justo al lado del campo de una vida aparentemente apacible, ignorando lo que sucede en los crematorios a pocos metros de su casa.
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Filmada con una precisión en el detalle y del orden en la vida diaria de la familia, -un estilo que recuerda aquel del célebre realizador Michael Haneke-, Glazer traza la analogía con el planeado y detallado método de exterminio de los judíos del otro lado de la barda de la casa. La película ofrece una diferente, nunca antes intentada imagen de lo que fue el Holocausto y la voluntad de gran parte del pueblo alemán de pretender ignorar lo que sucedía.
Rodada en alemán y con actores alemanes, entre ellos la conocida actriz Sandra Huller y Christian Friedl a quien recordamos justamente en el Ruban blanco de Michael Haneke (Palma de Oro en 2009), la película está basada en hechos reales relativos a la vida familiar de comandante de Auschwitz Rudolf Hoss descritos en el homónimo libro de Martin Amis.