Fantasías sexuales: ¿debes compartirlas con tu pareja?

Durante los últimos cuatro años, hemos estado realizando una investigación que explora este tema: ¿Cómo deciden las personas si revelar sus fantasías sexuales y qué sucede cuando lo hacen?

Matt Kimberley, Jade Elliott y Samuel Jones / The Conversation*

  · viernes 4 de octubre de 2024

Uno de los sentimientos que siguen siendo más comunes entre la gente acerca de sus fantasías, es la vergüenza / Pexels

La actriz Gillian Anderson acaba de publicar un libro de fantasías sexuales, titulado Want, el cual cataloga una amplia gama de fantasías enviadas anónimamente por mujeres de todo el mundo.

No es el primero en hacerlo, pues en 1973 Nancy Friday publicó My Secret Garden, un volumen que provocó un intenso debate en su momento y que ahora se considera un hito en el movimiento sex-positive. Cada libro ofrece una fascinante instantánea de las relaciones de las mujeres con su propia sexualidad en un momento diferente de la historia.

Las similitudes entre un libro publicado recientemente y otro que salió hace 50 años, sugieren que aún tenemos un largo camino por recorrer en cuanto a este tema

Y aunque las actitudes, el vocabulario y el contenido específico de las fantasías han cambiado en el último medio siglo, existen sorprendentes similitudes entre ambos libros, no sólo es cierto en lo que respecta al tema, sino también en lo referente a cómo se sienten las personas con respecto a sus fantasías.

Y es que la vergüenza, en particular, sigue ocupando un lugar destacado en los sentimientos de muchas mujeres sobre sus propias imaginaciones eróticas.

Investigaciones anteriores indican que la mayoría de los adultos (de todos los géneros) experimentan fantasías sexuales, lo que sugiere que muchos de nosotros hemos lidiado con la cuestión de si contarle o no a una pareja sobre las nuestras. Durante los últimos cuatro años, hemos estado realizando una investigación que explora esta cuestión: ¿cómo deciden las personas si revelar sus fantasías sexuales y qué sucede cuando lo hacen?

Un acto de cercanía

Las mujeres que aparecen en los libros mencionados varían considerablemente en el grado en que han elegido compartir sus fantasías con una pareja. Algunas describen relaciones apasionadas mejoradas por la revelación y puesta en práctica de fantasías eróticas, mientras que otras tienen la intención de llevarse su fantasía favorita a la tumba.

Nos interesaba comprender la psicología de enfoques tan radicalmente diferentes. En un estudio publicado a principios de este año en The Journal of Sex Research, pedimos a 287 personas que reflexionaran sobre una fantasía sexual reciente o destacada. Descubrimos que más del 69 por ciento de los participantes ya habían revelado su fantasía a una pareja. De ellos, más del 80 por ciento consideró que se trataba de una experiencia positiva.

Como era de esperar, los participantes citaron comúnmente el deseo sexual como su principal razón para abrirse. Por ejemplo, muchos dijeron que habían compartido su fantasía con una pareja con la esperanza de poder llevarla a cabo juntos. Otros dijeron que hablar de fantasías sexuales les resultaba excitante, o que hablar de deseos secretos les permitía saber más sobre su pareja.

Varios participantes explicaron que valoraban la honestidad y la franqueza y que el nivel de confianza y compromiso en su relación los hacía sentir seguros para compartir su fantasía.

Pero no todas las razones para revelar fantasías eran positivas. Algunos dijeron que revelaron su fantasía en un último intento por darle vida a una vida sexual insatisfactoria.

El poder de la vergüenza

Entre el grupo que había optado por no compartir su fantasía, muchos citaron su contenido como la razón principal. En consonancia con los relatos de My Secret Garden y Want, varios de nuestros participantes se avergonzaban de su fantasía o sentían que era demasiado extrema o tabú para compartirla con su pareja.

Varios de nuestros entrevistados se avergonzaban de su fantasía o sentían que era muy extrema para compartirla con su pareja

Algunos, especialmente aquellos cuyas parejas no habían respondido bien a conversaciones similares en el pasado, estaban preocupados de recibir una respuesta negativa que pudiera causar problemas en su relación. También escuchamos a varios que explicaron que sus fantasías eran placeres privados que no tenían ningún deseo o intención de comentar con nadie.

En una serie de estudios de seguimiento que aún no se han publicado, exploramos algunas de estas ideas con más profundidad. Un hallazgo importante es que los rasgos de la relación son un predictor clave de si una persona revelará su fantasía. Por ejemplo, la revelación era más probable en relaciones que ya implicaban grandes cantidades de novedad y exploración sexual.

También confirmamos que el contenido de una fantasía es fundamental para la decisión de una persona sobre si compartirla o no. Es poco probable que se revele algo que la pareja considere inaceptable o que pueda amenazar la relación. Incluso entre los participantes que ya habían compartido una fantasía, descubrimos que más de la mitad también tenían al menos una más que no estaban dispuestos a divulgar.

Si bien nuestros hallazgos sugieren que las personas que deciden contarle a su pareja sus fantasías eróticas generalmente obtienen una buena respuesta, también descubrimos que el proceso por el cual las personas toman esa decisión puede ser complicado. Algunos tienen muy buenas razones para guardarse sus fantasías para sí mismas.

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Con suerte, Want ayudará a reducir parte de la vergüenza asociada con la experiencia muy común de fantasear sobre el sexo. Pero sus similitudes con un libro publicado 50 años antes sugieren que todavía podemos tener un largo camino por recorrer.

* Los autores son especialistas en Psicología de la Birmingham City University, Liverpool John Moores University, y The Open University. Traducción de El Sol de México.