Todo comenzó a partir de las 11 de la mañana cuando camiones que se concentraron en varios puntos de la Ciudad de México iniciaron el traslado de decenas de chilangos al Festival Hipnosis.
Con puntualidad inglesa y clima similar, comenzó la jornada musical en Las Caballerizas, en Huixquilucan, Estado de México.
La fiesta musical comenzó en el escenario principal a la 1 de la tarde con Sei Still, una banda de la Ciudad de México.
Mientras que entre el área de comida y venta, se podía ver a los primeros asistentes disfrutar de una tiroleza, que aprovechaban para la ya tradicional "selfie".
Las principales marcas que participaron en el festival son Famaralla, Pays, Overlook Store, con una oferta colorida de lentes; Pipas day, que vende pequeñas pipas en forma de animales; Hola Yerba buena, con productos cosméticos naturales; Street lynx, Gallo Verde.
Y para los amantes de los vinilos se encontraba presente Roma records; asimismo las playeras de Niño feo, Wytchlab, Nostalgia Tshirt y Pinoteca, con novedades de Sterolab en sus pins.
El girl power resonó a las 13:20 con The Darts, entre terciopelo, piel y porosidad salió el lado sexi a la Elvira: Mistress of the Dark.
De los gritos garage, la vocalista Nicole Laurenne también demostró que puede tocar el teclado echándoselo encima y acostada en el piso.
Para ese momento, aunque hubo chispas de sol entre el cielo cerrado de nubes y el piso enlodado, comenzó a caer la brizna.
Tajak comenzó pocos minutos previos a lo previsto (a las 2:12) y la lluvia comenzó con solos y psicodelia, remembranzas a Pink Floyd. Incluso el circuito cerrado de las pantallas creaban efecto espejo, caleidoscopio con colores contrastantes, pastel y quemados. El encargado de los visuales durante toda la jornada fue Te Mustachio Light Show.
La gente que estaba dispersa se amotinó ya con impermeables, en intento de resguardo.
Kikagaku Moyo con largas cabelleras y ropa que parecía haber viajado desde 1970. Mangas largas, estampados a rayas, cuadros y flores. Sutiles, tanto la voz de Tomo Katsurada, acompañada de pequeños golpes a un cencerro, dieron paso a guitarrazos duros, un interludio que hizo gritar hasta aquellos que no los conocían previamente.
La mezcla perfecta entre delicadeza, armonía y dejos country con psicodelia, cambios progresivos que explotaban y hacia ir y venir al centro a la gente que evitaba mojarse, pero permanecía por el hipnotismo de los japoneses que entregaron energía y sincronización de todos los integrantes que llegaron ensayados para tocar tal cual se les escucha en discos.