Tijuana.- Para la organización del Festival de Rock y Ruedas de Avándaro estaba programada una carrera de motociclismo, recordó el músico y rockero tijuanense, Javier Bátiz. Pero con la llegada a escena de Luis de Llano y Alfonso Molina todo cambió.
“De ahí empezó una publicidad… se robaron el festival, ya Micky (Salas) no figuró. Quitaron lo que había empezado que era el festival de rock y ruedas que era carreras de motociclismo y 27 grupos”.
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El maestro Javier Bátiz nos recibió en su hogar en la colonia Altamira de Tijuana, Baja California, portando una playera roja que mostraba el amor por su ciudad.
Para Javier Bátiz, el Festival de Avándaro “fue sensacional, no hubo un grupo malo, todos eran súper buenos y como dijo (Jacobo) Zabludovsky en la narración que estaba haciendo en vivo en la XEW, dijo ya hemos estado invadidos por muchos músicos extranjeros, ahora ya estamos nosotros listos para exportar nuestros músicos”.
Según recordó hubo muchos momentos que dieron color al festival y uno de ellos fue cuando dejó de transmitirse por radio: “vino la mentadota de madre que se aventó Ricardo Ochoa (del grupo Peace & Love) y se acabó. El festival estuvo grandioso, los músicos a todo dar, los aplausos, el clima estuvo espantoso, con lluvia. Pero era tan horrible que estaba suave. Yo estuve por ahí, en la subidita. No alcancé a llegar ni a regresarme”.
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Mientras rememoraba los hechos, se le escapa una sonrisa al mencionar cómo empezó la organización del festival. Dijo que fue con él y Micky Salas, quien le ofreció tocar por 15 mil pesos en la fiesta de cumpleaños de Alfonso López Negrete el 11 de septiembre de 1971.
“Le dije: 'claro Micky'. Como a la semana vino y dijo oye Javier ¿tocarías por cinco mil pesos? porque ya invité otros dos grupos, le dije 'claro lo que tú quieras' y a quiénes invitaste le pregunté. Tinta Blanca y La Máquina del Sonido respondió. Como a las 2-3 semanas vino y me dijo: 'oye tocarías por tres mil pesos' y le dije: 'toco gratis para ti', porque fuimos muy unidos.
"Le pregunté a quiénes invitó esta vez y me dijo a los Dug Dug’s y al Three Souls in my Mind de Alex Lora. Le dije no, porque a Alex le había dado por cantar con puras groserías, pero las fuertes, yo no me quiero mezclar con esas cosas que hagan lo que quieran, pero yo no quiero estar ahí, ya no fui yo, ya no volví a hablar con Micky”.
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Aunque no pudo estar en el festival, reconoció que los grupos asistentes a Avándaro fueron “sensacionales” y llegaron de varios sitios como Monterrey, Sinaloa, Juárez, etcétera. Sin embargo, una vez que concluyó los medios de comunicación se fueron contra el evento.
“Ya para el lunes el rock es de Satán y los periódicos se nos vinieron encima en la Alarma, El Heraldo, El Ovaciones. Hubo una situación de una torre donde se estaba subiendo la banda, los organizadores pedían que se bajaran y los amarillistas le sacaron fotos a todo para hacer amarillismo”.
Otro de los momentos más relatados en las crónicas del festival fue el de “La encuerada de Avándaro”. Alma Rosa González López fue la joven que ese día se inmortalizó en las narraciones de la llamada Literatura de la Onda.
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De acuerdo con Javier Bátiz, se hizo famosa sobre todo porque ciertamente “estaba muy guapa, era una belleza. Pero no fue una, fueron cinco desnudas, pero ella era la más bonita. Si hubiera sido realmente la hecatombe que dijeron (los medios) la encuerada y las otras cuatro no hubieran salido vivas. Las respetaron y las aplaudieron, las taparon con sus cobijas fue una demostración de civismo de hermandad y respeto”.
Avándaro dejó muchas cosas muy buenas, refiere el rockero, pero lamenta que nadie las haya cubierto porque había un mandato para quitar al rock’n’roll.
“Había un señor que se llamaba Ernesto P. Uruchurtu (regente del Departamento del Distrito Federal de 1952 a 1966) que tenía una cosa contra rock’n’roll, a mí me acusó de estar levantando a la gente para hacer una revolución, con lo que me cae gorda esa palabra, la revoluciones no han dado mas que gandallas”.
Para muchos, Bátiz debió tocar en el festival, sobre todo por lo que ha representado para la historia del rock en México. Avándaro era el escenario, sin embargo, el destino lo puso en otro camino.