“Esto no es un concierto, ¡es un embotellamiento bien divertido!”, gritó Gil Cerezo para hacer sonar las decenas de claxons que había en el Autódromo Hermanos Rodríguez. Eran cientos de fans que desde sus autos se reencontraban con la música en un autoconcierto que forma parte del concepto Conecta, con el que Ocesa vuelve a los shows masivos.
En el mismo espacio donde miles y miles de espectadores se amontonaban cada año para ver a sus artistas favoritos en el Corona Capital, el Flow Fest o el EDC, ahora hay unos corrales que reciben a los automóviles que funcionan como butacas o refri de chelas para los asistentes.
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La nueva normalidad cambió la forma de disfrutar un concierto, pero no la vibra que el público siente con su artista en cuanto inicia el show. Y así lo demostraron los cientos de fanáticos que este domingo gritaron, saltaron y sobre todo bailaron con el ritmo de Kinky que dio la bienvenida a esta reinicio musical.
“Bienvenidos todos. Para nosotros este es el primer concierto desde el año pasado. Este es el banderazo de arranque. Venga ese claxon y empecemos a festejar este nuevo comienzo”, dijo el vocalista del grupo luego de iniciar su velada con algunos clásicos como Hasta quemarnos y Soun tha mi primer amor.
Entre visuales psicodélicos y otros juegos en las pantallas al fondo, Kinky ofreció un recorrido musical por sus casi 20 años de historia. Desde algunos de sus primeros temas como Más y Ejercicio #16, hasta la infalible Una línea de luz con la que el viaje sonoro movió los cuerpos que bailaban bajo la luna que brillaba en todo su esplendor desde lo alto.
Que no hubiera tumultos no significó que no hubiera baile. Los asistentes al autoconcierto tuvieron oportunidad de descender de los vehículos y moverse en los espacios a los costados diseñados para andar en libertad; eso sí, con cubrebocas puesto y a más de un metro de distancia de cualquier otro grupo de automovilistas.
Las guitarras y trompetas en temas como Después del after y Cornman, se transformaron para realizar el intro de Cómo te voy a olvidar, aludiendo a la colaboración que realizaron con Los Ángeles Azules. Ahí ya no hubo tapujos, el baile conquistó el lugar y las parejas se movieron al ritmo, mientras al unisonó las voces seguían el coro.
Durante hora y media Kinky sedujo a sus seguidores. Pero la complacencia final hizo retumbar el foro. A dónde van los muertos sonó y los claxons se descontrolaron. Era el aviso del cierre, pero también el clímax de una noche que celebró la música y recordó que aunque la pandemia sigue, la música está de regreso en la ciudad.