Armar un buen trago, por más clásico que sea, no es cosa sencilla. Para lograrlo hay que saber encontrar el equilibrio entre los dulzores, los aromas y los efectos embriagantes.
En el terreno de la música sucede algo similar, pero tal vez más complejo —al combinar el ritmo, la armonía, las melodías y la métrica— ya sea durante la creación de cada nuevo tema o en la búsqueda de formas distintas de reinterpretar canciones hechas por alguien más.
La noche del viernes, ante un Auditorio Nacional lleno, los integrantes de La Gusana Ciega, como los entregados anfitriones que siempre han sido con su público, ofrecieron una coctelería de emociones, en la que compartieron su talento como referentes del rock mexicano y nostálgicos reinterpretes de clásicos populares en español.
La vibra del público era tal que el segundo concierto de la gira de su más reciente disco de covers “Jaibol Vol. II”, comenzó incluso antes que los primeros acordes, pues los asistentes coreaban “El triste”, con José José, que sonaba en las bocinas del Coloso de Reforma.
Ya cuando empezó el concierto no hubo presentaciones, solo el rugido de la fanaticada que fue respondida por el timbre más que educado y bien conservado de Daniel, vocalista de la banda, quien abrió el concierto con su versión de “Vivir así es morir de amor” que Camilo Sesto, lanzó en 1978 en su álbum “Sentimientos”.
Siguieron con la cálida recreación de “Eres”, el tema de 1975 de José María Napoleón, y “Pasadiscos”, de Diego Verdaguer, canciones que el público, compuesto por fans de las más diversas edades, coreó con fuerza ante su nueva vitalidad roquera.
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“Qué bellas estas canciones que nos hacen recordar a nuestros viejos, esas historias, esos momentos de los bailes en casa, de cuando ibas a la peluquería y ponían esa música tan extraña que te tocaba escuchar”, dijo Daniel antes de reconocer que presentar estas versiones en vivo era más retador que haberlas grabado, por lo que invitó al escenario a Mauricio González, de la icónica banda Los Socios del Ritmo.
Además de estas canciones, los músicos tocaron “Algo tonto”, de Palito Ortega; “Quizás, quizás, quizás”, del cubano Osvaldo Farrés; “Retoño”, que hizo famosa Pedro Infante, aunque fue obra de Rubén Fuentes, y “Tuyo”, el bolero que fue el tema principal de la serie “Narcos”, obra de Rodrigo Amarante.
Rendidos a la música original
Tras la reproducción de un paisaje sonoro que evocaba sonidos de olas y de un barco en alta mar, llegó el momento de que los fanáticos pudieran disfrutar del repertorio de La Gusana Ciega, el cual terminó por desbocar a los asistentes, quienes se dejaron seducir por las notas de canciones como “El pecador (La miel de Ravel)”, que David cantó mientras recogía un par de brasieres que le mandaron del escenario. La escena sí calentó los ánimos del público quien comenzó a gritarle: “¡Que se encuere, que se encuere, que se encuere!”, pero el show tenía que continuar.
Las canciones que más se corearon fueron “Me puedes”, “Tornasol”, “1987”, “Califórnica”, y “Empezar de cero”, entre otras, las cuales terminaron también por conmover a los músicos, quienes mostraban con los brazos al aire sus agradecimientos.
“Venimos aquí al Auditorio Nacional por ustedes. Porque nosotros nos podemos encontrar en nuestro cuarto de ensayo y tocar nuestros instrumentos y darles vida a las canciones, pero la magia de escucharlos a ustedes y la energía que ustedes nos transmiten no tiene comparación”, dijo Daniel, para luego seguir con “Tú volveras” o “Conejo en el sombrero”.
Un detalle oculto para el gran público, pero que dio un toque especial a este concierto, fue la inclusión de personas con discapacidad auditiva, quienes portaban chalecos vibratorios que les permitieron sentir los impulsos de la banda y el público. Así La Gusana sigue sumando públicos, que ahora, literalmente han sentido su música en el pecho.
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Es de reconocer la pasión con la que chica que se encargó de hacer la interpretación en lenguaje de señas mexicano, pues en varios momentos lograba transmitir la intensidad de lo que se cantaba, pues sus espectadores cantaban con ella con sus manos y gestos, que cada que terminaba una canción levantaban las manos agitándose con gran enjundia.