Los Ochoa son paramédicos y tienen un negocio familiar, una ambulancia privada. Ellos prestan sus servicios para auxiliar en los accidentes de tráfico en una ciudad de 10 millones de habitantes en la que el gobierno sólo cuenta con 45 vehículos para el transporte de heridos y enfermos.
El director Luke Lorentzen recuerda que llegó de Estados Unidos a vivir a la Ciudad de México en diciembre de 2015. El departamento donde se quedaba estaba ubicado frente al Hospital General de México. Ahí, un día, conoció a la familia Ochoa.
“Empezamos a hablar y me invitaron a subir para ver una noche de trabajo. Y en esa primera experiencia vi un mundo tremendo de ambulancias privadas que están llegando a accidentes que el gobierno no cubre. Había muchas preguntas, escepticismo, y una familia increíble que cada día intenta poner comida a la mesa al mismo tiempo que se dedican a salvar vidas”, dice el director estadounidense.
Fue así que surgió la idea de realizar Familia de medianoche, un documental que desde su estreno en Sundance en enero de 2019, donde compitió por el Gran Premio del Jurado, ha recorrido 130 festivales en el mundo, ha ganado más de 25 reconocimientos. Fue preseleccionado como Mejor Documental en la edición 92 de los Oscar y hoy estrena en salas mexicanas.
Familia de medianoche es un viaje con los Ochoa, que desde su propia ambulancia están a la caza del trabajo diario: acudir a la ayuda de los lesionados en un accidente de tráfico y obtener su paga por ello, cosa que muchas veces no resulta a su favor, pero su trabajo existe porque no hay servicios públicos que cubran esta necesidad.
El largometraje, cuyo guion y fotografía fue realizada también por Luke Lorentzen, enfatiza en las carencias de los servicios de salud, el promedio para que una ambulancia llegue por un herido es de entre 25 a 40 minutos “es un tiempo estimado de respuesta mundial, pero aquí en la Ciudad de México, algunos estudios indican que un servicio llega entre una a tres horas”.
Este documental también busca romper con los prejuicios alrededor de las ambulancias privadas, pues si bien existen algunas que no cuentan con las condiciones para realizar su trabajo, y que en el lenguaje coloquial son conocidas como ambulancias patito, hay muchas otras como la de la familia Ochoa que tienen los permisos y requerimientos para cumplir su trabajo de la mejor forma.
“Por parte de la Secretaría de Salud ya hay una norma oficial que regulariza los servicios de atención prehospitalaria para autorizar la atención. Nosotros lidiamos con el problema de que a veces nos confunden y piensan que somos irregulares, pero no. No niego que hay muchas que lo son, pero es necesario informarse correctamente al respecto, pues existen leyes que indican cómo es que las ambulancias deben trabajar correctamente”, apunta Ochoa.
Otra de las intenciones que tiene Familia de medianoche es crear conciencia alrededor de este tema, no sólo con las autoridades, sino con el público en general, pues afirman los Ochoa que esto se trata de un trabajo conjunto.
“A veces las personas que vienen en coche al ver una ambulancia no hacen espacio para pasar, cuando atrás traemos a un paciente muy grave. Tenemos que hablar de la importancia de abrir espacio, porque los minutos son vitales”, comentan.
A pesar de que Familia de Medianoche toca otros temas como la corrupción policiaca, el sistema de salud disfuncional y los retos diarios en una cadena plagada de corrupción y malas prácticas, el documental retrata a una familia alegre, vivaz y que día con día arriesga sus vidas por salvar la de otros. El filme se exhibirá con 65 copias en algunas salas comerciales y el circuito cultural.