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Como verdaderos matadores, experimentados y dispuestos a hacer gala de su mejor arte, los Fabulosos Cadillacs lo volvieron a hacer al abarrotaron el Estadio GNP que se vio al máximo de su capacidad, con más de 65 mil fanáticos. Un concierto emotivo, no sólo por la música, sino porque los argentinos presentaron en vivo a los continuadores de su legado.
Y, si bien, no hay punto de comparación con la locura que fue aquel concierto de junio 2023 en el que lograron convocar 300 mil almas en el Zócalo capitalino, ambas presentaciones fueron demostraciones contundentes de la tremenda capacidad musical de esta agrupación argentina que, a lo largo de sus cuatro décadas de existencia, más que hacer grandes canciones ha creado verdaderos himnos que los mexicanos han hecho suyos.
“Muy buenas noches, hola, hola, hola. Bueno, bueno, bueno…Qué alegría inmensa, tantos recuerdos, tantos presentes. Y esta noche estamos acá, sólo por hoy, felices de verlos, amigos. Muchas gracias por esta hermosa noche”, dijo Vicentico, vocalista de la banda.
Pero antes de eso, la noche comenzó en las manos de Flavio Cianciarulo, quien improvisó con gran habilidad a la hora de tocar las cuerdas de su bajo, un poderoso ritmo, que se devanaba entre el funk más groove, el ska más británico y la cumbia más guapachosa. Y de pronto fue el destello de luces, y fueron las trompetas, las percusiones; y luego Vicentico, la voz principal de banda, cantando la épica rebelde y trágica de “Manuel Santillán. Los presentes en el estadio respondieron con un poderoso rugido cantando “Vaaaan al maaaar, vaaaan al maaaar”.
Es difícil decir cuál de las canciones fue la más coreada, porque en verdad todas lo fueron. Después interpretaron “Demasiada presión”, que habla de lo que cuesta dejar un amor; “La luz del ritmo”, que pide, con unos toques de merengue dejar la tristeza.
Y así como esas también tocaron “Estoy harto de verte con otros” y “El genio del club”; seguida de la super famosa “Calaveras y diablitos”, en la que en algunos levantaran sus vasos y otros se abrazaran.
Fue aquí donde se hizo una primera pausa para dar pie a un momento acústico que los músicos utilizaron para presentar a parte de los que serán “su nueva generación”. Florián Fernández, guitarrista y vocalista hijo de Vicentico; Astor y Jay Cianciarulo; hijos de Flavio; y Leroy Rotman, hijo de Sergio Rotman.
Ellos tocaron con gran sentimiento, acompañados de sus padres, las canciones: “Soledad”, “Basta” “Gallo de oro” y “Vos sabes”. Esta última hizo que todos en el escenario se conmovieran por sus versos que hablan sobre el amor de un padre a un hijo.
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Tras un momento de confusión y silencio provocado sobre todo por los sentimientos entre los músicos que no podían esconder su gran sonrisa, la fiesta continuó, ya con la formación principal: “Padre nuestro”; “V centenario”, “Cartas Flores”, “Carnaval”, “Mal bicho” y “Satánico”, hicieron que las gradas y la zona general retumbaran en baile y canto, con la acostumbrada fusión de géneros que los Cadillacs saben explotar bien, del ska, el rock alternativo, la música ambiental y los ritmos latinos. La fiesta debía terminar por supuesto con “Matador” y “Vasos vacíos”, sus himnos de batalla.
