Si una compositora ha logrado consagrarse en la última década es Mónica Vélez. En su currículum hay unas 300 canciones que le han grabado artistas como Alejandro Fernández, Marc Anthony, Camila, Ha*Ash, Gloria Trevi y OV7. Ha sido nominada al Latin Grammy en cuatro ocasiones y se ha llevado dos gramófonos a casa.
En noviembre fue galardonada por la Academia de la Grabación con el Leading Ladies, un premio que reconoce a las mujeres que han aportado e inspirado a otras mujeres dentro de la industria de la música. Ivy Queen, la pionera del reguetón, también lo recibió este año.
Pero lo de componer canciones fue más una necedad del destino que una búsqueda que Mónica Vélez haya hecho. Desde que tenía cinco años, la letrista ya escribía canciones, pero dedicarse a ello nunca fue una intención que tuviera en principio.
“No te la voy a cantar porque es horrible”, dice entre risas. La única prenda que suelta de esa primera composición que hizo es que hablaba sobre Dios, de lo que representaba ese ser superior cuando todavía era una niña. Esa era su primera inspiración.
A los 19 años la vida le cambió. Tuvo a su primer hijo y entonces las cosas se pusieron difíciles. Mónica Vélez no contaba con un futuro asegurado y como pudo tuvo que encontrar la manera de sacar adelante a su primogénito.
“No sabía a qué me iba a dedicar, no tenía una profesión, y no tenía ni un peso. Me puse a trabajar en mil cosas, vendí pasteles, intenté vender tortas pero sólo logré una porque me robaron; fui secretaria pero era malísima y el doctor tenía que recordarme sus citas. Entonces me fue tan mal que sólo me quedó intentar lo imposible, mis canciones”.
La rabia y el dolor fueron cómplices en sus primeras canciones. Mónica Vélez se describe como una exagerada, así que cuando podía tomaba y multiplicaba esas emociones así fueran propias o de otros. Eso le permitió crear canciones para artistas como Edith Márquez, Aleks Syntek, Paulina Rubio, Bronco, Ricky Martin, Pepe Aguilar, Pandora, Yuri y Emmanuel, sólo por mencionar unos cuantos.
Las cosas cambiaron la primera vez que escuchó una canción suya en la radio. Fue Shabadabada, de OV7 que escribió junto a Ettore Grenci y Loris Ceroni. “Yo iba en un taxi y empezó a sonar la canción en el taxi de al lado. Empecé a gritar ‘esa canción es mía’ y el taxista me dijo ‘sí, yo también la puedo dedicar, señorita. También es mía’, pensando que lo decía por el sentimiento. Ni le expliqué pero me sentí muy feliz”.
Esa fue otra lección del destino que aprendió. A la par de sus primeras composiciones, la letrista daba clases de creatividad y recursos. A sus alumnos les decía “nunca pongan en sus canciones ‘shoobi doobi’, ‘shabadaba’ o cosas así”, pues no le parecía lo más apropiado.
“Y cuando me llamaron para hacer esta canción me dijeron ‘que se trate de lo que quieras, pero queremos que conserve el Shabadabada’. Así que fue una lección de vida, saber que no debes ser tan solemne cuando escribes”, recuerda.
Si hubo una canción que le cambió la vida fue Mientes, de Camila, que escribió junto a Mario Domm. 11 años después de su estreno, el tema suma unas 180 millones de reproducciones sólo en Spotify, además de ser un clásico de la radio y de la música pop.
“Mientes me ayudó a derribar lo que pensé que era imposible. Con ese tema nos ganamos un Grammy a Canción del Año, fue mágico, impresionante y es una canción que sigue dándome muchos regalos”.
Seis años después vino un segundo Latin Grammy, esta vez por Ataúd, de Los Tigres del Norte que fue la Canción Regional Mexicana del 2016. A la lista de éxitos se suman otras canciones como Causa y efecto, de Paula Rubio; Peligro y Creo en ti de Reik; y Decidiste dejarme de Camila.
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Junto a Natalia Lafourcade, Mónica Vélez es hoy una de las dos mujeres que integran el Consejo Directivo de la Sociedad de Autores y Compositores de México, que encabeza Martín Urieta. Y este es apenas el inicio de una carrera en ascenso.
“Yo soy una enamorada de las palabras. Soy palabrista, budista, guadalupana y todavía tengo muchos sueños muy elevados. Quiero grabar un montón de canciones, ver a alumnas mías componiendo y que sean grabadas. Quiero un país que tenga más conciencia del derecho de autor. Quiero seguir componiendo”, finaliza.
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