Con esa voz “aguardientosa”, pero cargada de sentimiento, Chavela Vargas se ganó el cariño del público latinoamericano, y especialmente de México, un país que no la vio nacer, pero la acogió con los brazos abiertos y la llevó a forjar una carrera que se extendió por más de 60 años.
La cantante nació en San José de Flores, Heredia, Costa Rica, el 17 de abril de 1919, y tras una infancia difícil en su país, vino aquí en busca de libertad con tan sólo 17 años. Al inició tuvo distintas profesiones, como cocinera, mesera, niñera y hasta chofer, todo esto para subsistir y mantener su pasión por la música.
Su estrella brilló hacia el final de su carrera, cuando se rescató su legado musical, porque al inicio muchos rechazaban la figura de una mujer que usaba pantalones, un jorongo y se desgarraba cantando música ranchera, un estilo único, pero poco aprovechado en esa época.
SU AMISTAD CON JOSÉ ALFREDO JIMÉNEZ
La mancuerna entre Chavela Vargas y José Alfredo Jiménez nació luego de que él acudió junto con su esposa Paloma Gálvez a ver una de sus presentaciones, y desde ese momento se enamoró de su estilo para interpretar.
Rápidamente el autor de “El rey” se convirtió en su mentor y amigo, y a lo largo de su carrera ella interpretó temas de su pluma como “El último trago”, y fue gracias a él que logró sus primeros contratos discográficos.
Su amistad llegó a tal grado, que solían compartir bohemias, e irse al célebre Salón Tenampa de Garibaldi a tomar y cantar. Se cuenta que tras enterarse que le quedaba poco tiempo de vida, José Alfredo llamó a su amiga para una última borrachera en este lugar, que se extendió durante tres días.
SU RESURRECCIÓN
Por años desapareció de la escena artística, perdida en su adicción al alcohol. A inicios de la década de los noventa el español Manuel Arroyo impulsó su carrera, la rescató luego de verla actuar en un bar y la llevó a España, donde resurgió.
Pedro Almodóvar y luego Joaquín Sabina, rescataron su historia. El cineasta, con quien mantuvo una gran amistad incluyó sus canciones en las películas “Kika” (1993), “La flor de mi secreto” (1995) y “Carne trémula” (1997).
Sabina la menciona a ella y a José Alfredo Jiménez en la canción “El boulevard de los sueños rotos”, una frase que pronunció Chavela en la conversación que tuvieron cuando se conocieron.
Los presentó Almodóvar, Sabina la admiraba desde que era un niño y ella no sabía quién era él. En una carta de despedida, al enterarse de su muerte, el cantautor escribió que Vargas “no vendía una voz, vendía un estilo, misiva que remató con la frase. “Quién pudiera reír como llora Chavela”.
SE CODEA CON LOS GRANDES
Ganadora del Grammy Latino por la Excelencia Musical, que le fue otorgado en 2007, a los 88 años de edad, sostuvo también una estrecha relación con un grupo de artistas e intelectuales de su época, entre los que destacaban Carlos Monsiváis, Pablo Neruda, Picasso, Agustín Lara, Gabriel García Márquez, Diego Rivera y Frida Kahlo.
Con ésta última, incluso compartió un amor platónico, que las llevó a intercambiar cartas donde se expresaban su sentir mutuamente. En uno de estos textos, que fue dirigido a Carlos Pellicer, donde la autora del cuadro “Las dos Fridas” confesaba haber tenido pensamientos eróticos por la cantante.
CHAVELA, UNA MEXICANA HASTA EL FINAL
Pese a no haber nacido en este país, consideraba que “los mexicanos nacemos donde se nos da la gana”. Y fue aquí donde la artista vivió sus últimos años, hasta su fallecimiento el 5 de agosto de 2012, seis años después de haberse retirado definitivamente de los escenarios.
Parte de sus cenizas fueron esparcidas en el cerro de Chalchitépetl, Morelos, un lugar cercano a donde pasó sus últimos momentos. Esto fue una petición que ella hizo en vida a su biógrafa, María Cortina, quien realizó la ceremonia de manera privada.