En el cartel del festival Primavera Sound 2020 se leen nombres de figuras clásicas de la música y artistas del momento. Bad Bunny, Lana del Rey, The Strokes, Iggy Pop, Disclosure y C. Tangana son algunas de las los actos que se presentarán del 3 al 7 de junio en Barcelona. Y entre ellos aparece otro muy familiar para los mexicanos: Sonido La Changa.
Y no, no es un error. Es el mismo Ramón Rojo que de los barrios de Tepito llegará a este encuentro musical en Europa para poner a bailar al público con su música y su inigualable frase “La cha-cha-cha-cha-cha-changaa”. “Brincar el charco es una sorpresota para mí en mis 52 años como sonidero”, afirma el propio Rojo de visita en las instalaciones de El Sol de México.
Hace unas semanas una llamada le llegó, le decían que lo querían para formar parte de este festival, pues gracias a las redes sociales sus mezclas de sonido llegaron a España. “Todo surge de una cumbia muy popular que se llama La monjita voladora, que es la más pedida, bailada, la que todo mundo me pregunta cuando me ve; y llegó hasta allá. Este éxito fue la llave principal, me hablaron del festival y pues hicimos trato y todo”, dice.
No es la primera vez que Ramón Rojo y el Sonido La Changa llegan a Europa, pues en 2011 formó parte de la octava edición del Festival Serralves em Festa en Portugal. Sin embargo, el Primavera Sound “ya son palabras mayores, porque es un festival a nivel mundial y es un paso agigantado”.
El Sonido La Changa surgió en las calles de Tepito, donde la gente contrataba conjuntos musicales para animar sus fiestas “y cuando ellos descansaban entraba el tocadiscos, así se le llamaba a la persona que ponía la música, pero no amenizaba ni nada, sólo ponían los discos”.
CÓMO COMENZÓ SU HISTORIA
Él era un amante de la música y el baile. “Yo andaba siempre buscando los fines de semana que la boda, que la quinceañera, y me metía aunque no me invitaran. Me gustaba sacar a bailar a las chamacas. Ya después supe que había un sonido muy famoso que era Ángel Fernández alias El Morzolote, hacía tardeadas una o dos veces por semana, cobraba un peso la entrada, pero yo no tenía ni el peso, hasta que un día lo junté tirando la basura de los vecinos, me daban 20 centavos”, recuerda.
Ramón Rojo se hizo amigo de El Morzolote y se volvió su aprendiz. Lo siguió mucho tiempo, anhelando algún día tener una oportunidad de tocar “hasta que una vez en año nuevo falló un ayudante y pensé ‘ojala me dé chance’, y sí me lo dio. Me preguntó si sabía conectar el equipo y dije que sí, pero pues yo no sabía y en vez de conectar la bocina puse la luz y ¡Pum!, tronó la bocina”, dice entre carcajadas. “Tuve que ir con el dueño a decirle lo que había pasado y me dice ‘cómo eres idiota, baboso’, la conectó y ya me puse a tocar. ¡Uy! Yo ya me sentía grande”.
Al poco tiempo pudo hacerse de su propio equipo y de unos discos que consiguió cuando su familia compró “una discotienda en la calle de Argentina, en el centro histórico. Salió un bafle, pedí un amplificador prestado, agarré los discos y se oía bonito y me decían ‘oye chavo, cuánto’, ‘pues diez pesos’, decía. Hasta que una señora me preguntó cuánto cobraba por tocar en un cumpleaños, le dije que cinco pesos y me dio diez. Pues yo estaba bien alegre. Y así fue como empezó, de la nada. No lo hice como el afán de ganar dinero, sino por amor a la música”.
LA PRIMERA TOCADA
De esa primera tocada salieron otras. Los clientes de su maestro se fueron con él y El Morzolote prefirió darle dinero para que se fuera a tocar a otros lados. Entonces ya no sólo tocaba en Tepito, de ahí se fue a otras colonias cercanas y fue creciendo poco a poco, “luego ya no era las colonias, era salir a tocar en Toluca, Pachuca, León, Puebla y así hasta que surgió ir a Estados Unidos y ahora a Europa, ¿increíble, verdad?”.
El nombre de La Changa surgió porque Ramón Rojo era fiel seguidor de la radionovela Chucho el roto, “tenía su ayudante que era La Changa, a mí me gustaba ese, lo escuchaba y me imaginaba a esos personajes como si viera la televisión. Y así me empezaron a decir, La changa. Pero el sonido tenía nombre, Aves del Trópico, pero el barrio me conocía como La Changa y la gente le puso así por mi apodo”.
La primera vez que tocó fuera de México fue un 20 de noviembre de 1994 en el Hollywood Palladium, en California. Pero para lograrlo tuvo que pasar como indocumentado, con coyotes que lo cruzaron por Tijuana. La convocatoria de esa presentación fue tal que tuvo que ser cancelada, pues había cuatro mil asistentes dentro del recinto, “pero el doble de gente en la calle”.
“La gente se alocó, rompió puertas, ventanas se metieron sin pagar boleto. Llegó la policía, los bomberos y se acabó. Me pidieron que controlara a la gente porque pensaban que era uno de esos conciertos pesados donde luego había muertos, pero no, era La Changa. Esa fue la primera vez allá”, recuerda.
Ahora presentarse fuera de su país es para Ramón Rojo un gran reconocimiento a sus 52 años de trabajo, donde “aparte de representar a México vamos a representar a la cultura del sonidero que aquí en México hay quienes lo aceptan y quienes no. Dicen que uno no es profeta en su propia tierra, pero después de Estados Unidos brincamos a Europa y será la segunda vez que vamos, esas ya son palabras mayores”, concluye.