Ídolo de multitudes, Rigo Tovar falleció un día como hoy, pero hace 15 años; la causa: un paro cardiorrespiratorio. Su muerte significó un duro golpe para la música tropical de nuestro país, que perdió a uno de sus baluartes modernos.
Su imagen y su obra permanecen, sin embargo, en la memoria colectiva del pueblo mexicano. Un museo en su natal “Matamoros querido” le rinde tributo, lo mismo que una estatua suya que se yergue en el boulevard que lleva su nombre en aquella ciudad fronteriza, a orillas del río Bravo.
Rigo es amor, le acuñaron tal slogan sus legiones de fans, aunque no faltaron aquellas que dijeron que era el “Jim Morrison mexicano”... Bueno, ¡vamos!, no tanto... Y es que, el músico, compositor e intérprete tamaulipeco, influenciado por el rock que llegaba del vecino país del norte, se creó una imagen de rockstar pero a la mexicana, que amoldaba muy bien a su estilo tropical y de balada romántica; melodías como Una carta, Mi tinajita, Cuando tu cariño, Cómo será la mujer, La sirenita y, por supuesto, Mi Matamoros querido, entre muchas otras, engarzaron una cadena de éxitos que colocaron a Rigo Tovar y su Costa Azul en los cuernos de la Luna, mientras bailaba de una manera tan sui géneris que enloquecía a las chavas, literalmente.
Cabello largo, lentes oscuros, pantalones entallados, chamarras de cuero, lo distinguían en el escenario, donde su peculiar brinco, igual, causaba el delirio de la muchachada. El éxito de este singular intérprete y compositor que ya alcanzaba los mercados de Estados Unidos, Centro y Sudamérica, hizo que se convirtiera en actor de cine, filmando cuatro películas.
Nacido el 29 de marzo de 1946, Rigo- berto Tovar García más bien representaba la antítesis del galán y no cantaba, pero encantaba.