El proceso creativo es un arte, no una ciencia. Y si seguimos lo que dice Arthur Schopenhauer sobre el arte, que se inspira en las cosas de la vida cotidiana, la anécdota de cómo Stan Lee creó a Spider-Man resulta más que interesante, graciosa.
A lo largo de los años, Lee se dedicó a contarla cada vez que se la preguntaban, pero no por eso deja de ser valiosa, o como él mismo decía, un ejemplo para los jóvenes.
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A principios de los 60, la industria del cómic era encabezada por DC, editorial que contaba con personajes como Superman, Batman y Wonder Woman. De a poco, comenzaba a surgir su más grande competidor: Marvel Comics.
Mientras DC cimentaba su éxito en personajes más parecidos a dioses, Marvel comenzó a apostar por historias que sin dejar de ser fantásticas, desarrollaban problemas más cercanos a la realidad, como ciencia ficción con los Fantastic Four o racismo con X-Men.
Detrás de estos personajes estaba Stan Lee, quien para entonces llevaba dos décadas trabajando en la industria, ganándose una muy buena reputación.
Por eso no fue extraño que Martin Goodman, editor en jefe de Marvel, le encargara un nuevo personaje para la editorial.
Lee comenzó su tarea con la pregunta ¿qué poder tendrá el nuevo superhéroe? Y la respuesta vino del lugar menos pensado. En una pared vio a una mosca, por lo que de inmediato pensó que sería genial que alguien pudiera trepar las paredes.
Luego de descartar a Fly-Man (el Hombre Mosca), decidió optar por la araña. Ese fue el génesis de Spider-Man.
Luego desarrolló las demás características del personaje: adolescente, nunca tiene dinero, la chica que le gusta no le hace caso y sufre maltrato laboral.
Al presentarle la idea a Goodman la respuesta fue avasalladora: “Stan, es la peor idea que he escuchado”.
En aquella época los adolescentes eran los compañeros de los superhéroes, no los protagonistas, como Robin con Batman, nadie quiere inspirarse en alguien que tiene problemas bajo la máscara, eran mejores alter ego millonarios como Bruce Wayne o profesionistas intachables como el reportero Clark Kent, y lo más importante, a nadie le gustan las arañas.
Bateado por su jefe, Stan Lee en lugar de tirar su idea al bote de la basura la guardó en un cajón en espera de una oportunidad.
Esa llegó en la primavera de 1962. La revista Amazing Fantasy llevaba tiempo con bajas ventas, por lo que Marvel decidió cerrarla en su número 15, según contó Lee en una conferencia en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
La edición de mayo de ese año sería la última, por lo que a Goodman poco le importaba qué historia se publicaría. La oportunidad llegó y para no quedarse con la idea guardada Stan Lee usaría Amazing Fantasy para publicar su personaje.
Según Lee, tras las ventas de esa edición el mismo Goodman lo llamó para ordenarle que se pusiera a trabajar en Spider-Man ya que tendría su propia serie.
Para tener una idea, en agosto de 1962 el cómic Amazing Fantasy #15 costaba 12 centavos de dólar, mientras que en septiembre del año pasado un ejemplar en muy buen estado fue vendido en 3.6 millones de dólares.
“¿Por qué les estoy contando esto? Mas allá del hecho de que tenia que matar un poco de tiempo, si tienen una idea que realmente creen que es buena, no dejen que algún tonto los convenza de dejarla”, les dijo Stan Lee a los asistentes a la conferencia en la UCLA.