El VIH apareció en el mundo hace 40 años. Arrasó, primero, contra los de libido intrépida. Después, contra los despistados, los inconscientes y los desinformados. Al final y hasta el día de hoy, todos, absolutamente todos, son víctimas potenciales del Sida.
No hubo rumor más escalofriante en los años 80 que el VIH. Un virus de difícil pronunciación y aún más difícil reconocimiento. Ni siquiera la Organización Mundial de la Salud sabía con lo que estaba lidiando. Es un virus que se contrae vía sexual o vía sanguínea. Y es mortal. No había más información, aunque el visitante incómodo ya había iniciado su peregrinaje.
El Sida no tuvo línea cronológica. Las personas podían enfermar en dos o en diez años después de haber contraído el virus. El VIH podía estar en cualquier lugar, en cualquier momento. Como las fiestas que la comunidad puertorriqueña hacía en Harlem, Nueva York a finales de los 70, celebrando que había alguien que, por fin, sobrevivía al naufragio de la pobreza: Héctor Lavoe. El cantante que tuvo más parejas que cadenas de oro.
Entre ríos de ron y baños de cocaína, es muy difícil advertir la presencia de un extraño. Lavoe se dio cuenta de la incómoda visita muchos años después, cuando las llagas se comieron lo mejor del repertorio, cuando las fiebres le arrebataron la vida. Murió el 19 de junio de 1993. En su funeral nadie mencionó la palabra maldita. Su familia sólo dijo que la culpable había sido una aguja infectada. La vida de Lavoe se narra en la cinta El Cantante (2007), disponible en Netflix y protagonizada por Marc Anthony y J-Lo.
El VIH se ha reflejado en la pantalla prácticamente desde su aparición. Sin embargo, hasta poco más de una década después fue tema de los blockbusters, tras el estreno de Philadelphia (1993), protagonizada por Tom Hanks, Antonio Banderas y Denzel Washington.
Ese mismo año En el Filo de la Duda, con Richard Gere, sobre las investigaciones del epidemiólogo Don Francis, inició el éxito de las cintas basadas en historias reales, como Gia (1998), estelarizada por Angelina Jolie sobre la modelo Gia Marie Carangi, quien murió de Sida, o El Club de los Desahuciados (2013), con Matthew McConaughey, como Ron Woodroof, un paciente diagnosticado en 1986 que comercializaba clandestinamente el recién creado medicamento AZT.
Figuras como los fallecidos por Sida Freddie Mercury, el rapero Eric Lynn Wright, mejor conocido como Eazy-E, o la modelo Gia Carangi, así como aquellos que viven con VIH: Elton John, quien ha emprendido auténticas cruzadas mundiales contra el virus, Charlie Sheen, Magic Johnson, o Greg Louganis, han visibilizado el llamado "mal del siglo".
La narrativa actual
En este siglo, el tema sigue siendo materia de las producciones para la pantalla. Una de las producciones más recientes es It’s a sin (2021), de Russel T. Davis, creador de Queer as a Folk, narra la historia de tres jóvenes que llegan a Londres en la década de los 80 durante la epidemia del VIH. Se espera forme parte del catálogo de HBO Max, que llega a México el 29 de junio.
Precisamente, Queer as folk (2000) retrata muy bien y sin dramatismos la vida con VIH. La exitosa serie no habló del VIH usando el morbo del Sida y la muerte, sino de ser indetectable, de las pastillas, de la carga viral y de los aspectos médicos de la enfermedad. Hoy en día quizá quedó algo desfasada —la medicina ha mejorado y el discurso contra la serofobia ha evolucionado—, pero sigue siendo igual de interesante: es una de las primeras manifestaciones televisivas en la que las personas con VIH pueden tener una relación sana y seria.
Ángeles en América (2003) llegó al formato de mini serie en HBO. Basada en la obra teatral del mismo nombre de Tony Kusher, narra la historia de dos parejas que ven disuelta su relación en medio de la pandemia de 1985 en Estados Unidos.
Normal Heart (2014) es una película que narra el inicio de la crisis del VIH en la comunidad gay de Nueva York durante la década de los años 80. También hay una versión teatral, que se ha presentado en México.
Pose (2018) está disponible en Netflix y muestra a la sociedad neoyorkina vista desde los ojos de integrantes de la comunidad LGBT+, la vida social y literaria de finales de los años 80. El VIH tiene un papel muy importante a lo largo de la serie.