Luces de colores, palomitas y conejos. No era Alicia en el país de las maravillas, pero sí estábamos a punto de instalarnos en el imaginario de un país maravilloso. El concierto de 31 minutos estaba por comenzar.
Este noticiero catastrófico conducido por títeres, nació en Chile durante el año 2003, con personajes como Tulio Triviño, un conductor narcisista con cabeza de manopla, Juan Carlos Bodoque, un conejo rojo existencialista, y Calcetín con rombosman, una media negra en defensa de los derechos de los niños.
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Desde sus inicios, el programa presentó un humor negro ligero y temas controversiales abordados de manera simple, como la guerra entre Alsacia y Lorena, representada por países enlatados llamados Salsacia y Conservia o la Nota verde, con Juan Carlos Bodoque haciendo periodismo de denuncia ante los problemas ambientales del mundo.
Pronto, 31 minutos se convirtió en un éxito latinoamericano, y así fue como el domingo 27 de marzo, en el Auditorio Nacional, se congregaron niñas, niños y adultos para recibirlos con los brazos abiertos.
En las butacas se podían contabilizar más de 12 conejos rojos en manos de los niños. De pronto, las luces se apagaron, y una canción inundó el auditorio; Primavera, inspirada en la cuarentena, comenzó a sonar. “Sólo quiero que esto acabe, el invierno siempre tiene un final, mañana será primavera”. Porque ya era justo que las infancias tuvieran un evento de esta magnitud, tomando en cuenta que hace no mucho comenzaron a regresar a la escuela.
El éxtasis y las risas reventaban el lugar cada que uno de los títeres entraba al escenario. La anécdota era simple, el noticiero se había quedado sin noticias, hasta que el lanzamiento accidental de una pizza gigante al espacio los condenó a una invasión extraterrestre. Mientras los distintos personajes evitaban la invasión, sonaron canciones como Rin raja, La regla primordial, Mundo interior, Mi muñeca me habló y Señora interesante. Además de Arwrarwrirwrarwro, una canción compuesta por balbuceos que los bebés no pararon de cantar.
Sin embargo, fuimos sorprendidos cuando la canción Diente blanco, no te vayas, se arregló al estilo de Querida de Juan Gabriel, y los espectadores más grandes agitaron las manos en el aire. El concierto dio paso a un emotivo cierre con las últimas tres canciones. El dinosaurio Anacleto, que cuenta la historia de un animal solitario que sobrevivió a la extinción, hizo que el auditorio titilara con las luces de los celulares, y de inmediato, Yo nunca vi televisión, la primera canción del programa, dio paso al cierre del recital.
Cuando el público dio por terminado el show, los titiriteros, músicos y productores salieron para agradecer al público con una reverencia “Este ha sido el mejor concierto en la historia de 31 minutos”, dijo la agrupación.
Durante la reverencia, 31 minutos nos regaló un último momento de conmoción,”, de los Foo Fighters se escuchó en el lugar, en homenaje al reciente fallecimiento de Taylor Hawkins, el baterista de la banda. Así, entre una lluvia de papeles de colores, el show se dio por finalizado.
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