Escondido entre los ahuehuetes, se encuentra un espejo cristalino de agua conocido como el Lago de Camécuaro. Con un paisaje sin igual lleno de naturaleza local, el Lago surge con un diámetro de 9 hectáreas, las cuales justo en la hora dorada del día reflejan el sol entre los árboles haciendo resplandecer un vasto paisaje sin igual.
A través de su extenso terreno, los visitantes pueden encontrar todo tipo de árboles, entre ellos el Sabino, fresno, sauz criollo, tepehuaje, vara de cruz y, el que es el más representativo, el ahuehuete o abuelo del agua, considerado el árbol nacional mexicano.
El ahuehuete solo nace en lugares con gran abastecimiento de agua y cumple la función de un filtro natural que absorbe todos los metales pesados, garantizando así la pureza del lago y generando las aguas cristalinas del sitio, dando la confianza para refrescarse en el agua (al menos que seas jalado el espíritu de Huanita).
Además de la extensa y densa vegetación, la zona cuenta con vida propia, desde ardillas, comadrejas, conejos, búhos e incluso cangrejos son vistos en las orillas del río. Si te adentras, es posible que encuentres uno que otro coyote y quizá una culebra perico, esta última es inofensiva para el ser humano, ya que no posee veneno y se alimenta principalmente de ranas y huevos de aves.
Pero dentro del lago también encontramos un sinfín de peces, como bagres, mojarras y mojarras, convirtiéndolo en el lugar perfecto para salir y pensar un domingo. Si tienes muchísima suerte también puedes ver tortugas acuáticas ¡No muerden, cuídalas!
La Leyenda de Camécuaro, 'lugar de la amargura oculta'
Según la leyenda, hace muchísimo tiempo, antes de que el sitio fuera un lago, vivía en las cercanías una bella joven de nombre Huanita, princesa purépecha. Como es natural de la edad, Huanita sintió desde lo profundo de su corazón una llama que crecía cada día, Huanita comenzaba a conocer el amor. El joven afortunado era Tangáxhuan, caracterizado por ser valiente, noble y diestro para la batalla, además era sobrino y heredero del gran Tariácuri, quién es conocido por ser el fundador del Imperio Purépecha.
Huanita pasada sus días sin preocupaciones, sin embargo, la belleza de Huanita no pasada desaperciba por propios y extraños. A veces las personas que se muestran más confiables son las más peligrosas para nosotros, ese fue el caso de Huanita. Una noche, un sacerdote purépecha llamado Candó secuestró a Huanita. En la complicidad de la noche la llevó hasta el poblado de Cutzé y la encerró dentro de una yácate, que es el nombre que reciben los basamentos prehispánicos en Michoacán.
Tanto era el dolor de Huanita por perder a su familia, a su pueblo y a su amado Tangáxhuan, que no hacía más que lamentarse hasta poco a poco caer en una terrible depresión. La princesa comenzó entonces a llorar, cada momento del día, lloraba y extrañaba, lloraba y suspiraba, lloraba y gritaba al viento el nombre de Tangáxhuan para que fuera a rescatarla, pero este nunca llegó.
Con todas las lágrimas y dolor que surgían del corazón de Huanita, comenzó a formarse un pequeño charco que creció y creció y creció.
Tangáxhuan nunca se cansó de buscar a su amada princesa purépecha. Después de mucho logó encontrar el sitio donde ella estaba aprisionada. Mientras el valiente y noble joven se acercaba al lugar, logró ver de lejos al sucio sacerdote Candó. Sin dudarlo tomó su arco, cargó una flecha y aguanto la respiración. Disparó. Aquella flecha atravesó en dos a Candó. Por fin había terminado su búsqueda y estaba listo para iniciar una vida de felicidad junto a su amada.
Pero el cruel destino le preparó un dolor más grande: Huanita, de tanto llorar, había formado un lago, pero como ella seguía presa dentro de la pirámide no pudo escapar. Huanita se había ahogado en sus propias lágrimas. Por ello, Camécuaro significa “lugar de la amargura oculta”, porque ahí la joven princesa lloró por amargos días, esperando que su amado fuera a rescatarla, pero no llegó a tiempo. Quizá por eso, cuenta la gente que vive cerca del lago, que de vez en cuando se ve a una mujer llorando en medio del agua. Cuando un hombre se acerca, este es jalado al fondo para hacerle compañía a la princesa purépecha que sigue esperando ser rescatada.
Experiencias en el Lago en Día de Muertos
Sin lugar a dudas Michoacán es famoso por su noche de Día de Muertos y Camécuaro no se queda atrás. En los últimos 12 años se ha apostado por vivir un festejo sin igual. Cada víspera del 2 de noviembre se realizan recorridos por todo el lago para visitar los altares montados por distintas instituciones educativas de la región, así como de pobladores que comparten con los turistas sus tradiciones más ancestrales. La noche se ameniza con comida tradicional, espectáculos musicales para todos los gustos y un ambiente familiar.
Pero si pensabas que lo bueno estaba solo en Día de Muertos, tienes que conocer las actividades disponibles durante todo el año. ¿Qué te parece acampar en la tranquilidad de la naturaleza? O ¡un paseo en bicicleta por toda la orilla del lago! Si eres más aventurero puedes dar un paseo en kayaks y lanchas, así como nadar y ¡hasta bucear! Pero mucho ojo si eres hombre, ¡quizá tengas la suerte de ser el nuevo novio del espíritu del lago!
¿Y si me da hambre?
Seguramente nadar te abrirá el apetito, ¡no te preocupes! ¿Qué pensarías si te ofrecen unas enchiladas con cecina dorada? Imagina la vista del lago con semejante manjar. O puedes probar los frutos del lago, una mojarra dorada recién pescada o unos exquisitos camarones al gusto no pueden faltar.
También enamórate de las cocineras tradicionales y sus maravillosos tacos de guisado, guisados que han sido reconocidos a nivel estatal por su tradición y sabor. ¡Todo en el mismo Lago!
¿Y si después nos vamos a 'pueblear'?
A tan sólo 20 minutos, en Chilchota, podrás deleitarte por su famosísimo Pan, horneado con leña y preparado de manera artesanal, es algo que no te puedes perder, todo mientras visitas el acogedor Ojo de Agua de Chilchota.
Y a tan sólo media hora, podrás visitar Patamban, una localidad que realiza una gran fiesta cada último domingo de octubre, en donde se exponen una gran cantidad de Tapetes de la mano de los Alfombristas de Patamban, que ya es considerado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Ven y conoce este lago escondido entre los ahuehuetes, en donde sin lugar a dudas vivirás de una experiencia inolvidable, acompañado por la historia de los pueblos purépechas y del cobijo de la naturaleza.