En los últimos 10 años, la Ciudad de México ha sido el epicentro de 220 sismos de magnitud menor a 4, considerados por los expertos como microsismos.
La noche del 10 de mayo un sismo magnitud 3 espantó a los habitantes de la ciudad, pues describieron el movimiento fugaz, pero de gran intensidad. De acuerdo con el registro histórico del Servicio Sismológico Nacional, ese temblor está en la lista de los 15 más fuertes que tuvieron epicentro en la Ciudad de México.
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Desde la noche de ese miércoles, el SSN registró 17 microsismos más. En entrevista con El Sol de México, Diana Bello, analista del SSN, explicó que no se tratan de réplicas y se deben a una activación de sistemas de fallas, a las que describió como zonas o áreas de ruptura por el contacto entre placas, es decir que las placas de la corteza se rompen.
La especialista detalló que no son eventos atípicos, ya se han presentado en años anteriores, con la diferencia de que actualmente la densidad de población es mayor y, por lo tanto, son más personas las que pueden percibirlos.
Además, la información sobre ellos circula con más rapidez gracias a que el Servicio Meteorológico Nacional tiene más sensores y a que los medios de comunicación son más accesibles a la población, como es el caso de las redes sociales.
La reciente secuencia de sismos en la capital del país tiene su origen en una falla ubicada al poniente de la Ciudad de México, en la Sierra de las Cruces, por ello fue más perceptible en las alcaldías Benito Juárez, Álvaro Obregón y Miguel Hidalgo.
Diana Bello expuso que en la capital del país hay sistemas de fallas que originan los movimientos en varias zonas, como, por ejemplo, en la frontera entre Valle de Chalco y Tláhuac, donde hubo una secuencia de sismos en el 2012, y en la zona norte hay otro sistema que en 2004 originó algunos eventos sísmicos.
“En este momento en realidad lo que estamos viendo sí es una activación de estos sistemas de fallas, no es algo atípico ya se han presentado en el pasado, de hecho, en 1981 hubo una”, declaró.
La especialista explicó que la sismicidad de la Ciudad de México es de gran importancia, tanto así que todos los temblores son reportados de manera urgente, aún cuando por sus características no tendrían esa clasificación en otras zonas del país.
Hay sismicidad que, por su magnitud, el SSN tarda 12 horas en publicarla, sin embargo, en el caso de la ciudad, aunque son sismos de baja magnitud, los da a conocer como urgentes debido a que mucha gente lo llega a percibir.
La magnitud de los sismos que históricamente han tenido como epicentro a la Ciudad de México no ha sido mayor a 3.5, aunque Bello dijo que sí podría darse un evento más intenso. En estos casos, por su cercanía, no es posible que las alertas sísmicas suenen con tiempo de anticipación, tal como ocurrió el 10 de mayo.
“Las ondas P viajan a velocidades entre seis y ocho kilómetros sobre segundo y son las ondas más rápidas, las primeras que llegan a las estaciones. Después le siguen las ondas secundarias u ondas S, que son un poco más lentas, pero son de entre cuatro y seis kilómetros sobre segundo; y después le siguen las ondas superficiales que son un poco más lentas”, comentó.
“Entonces ¿qué pasa con esta velocidad? Imagínate, estamos hablando que en un segundo ya recorrieron kilómetros, ¿qué pasa aún teniendo los sensores y con el sistema de alerta sísmica? Bueno pues prácticamente está viajando la onda P, la onda S y la onda superficial en estos sismos que son tan pequeñitos y tan rápidos que no da tiempo ni siquiera de que haya un alertamiento”, afirmó.
Cuestionada sobre si los microsismos pueden ser signo de algún sismo de mayor magnitud, la experta dijo que no hay manera de saberlo, pues una característica de la ciudad es que le han afectado los sismos tanto lejanos como cercanos.
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Para hablar sobre posibles riesgos de estos temblores, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, solicitará a los integrantes del grupo de la Red de Microsismos un informe con los pormenores. Hoy se reunirá con los especialistas.
||Con información de Maleny Navarro||