Es una historia como calle de dos sentidos, pero no literal. En uno de los sentidos está la enorme fila de personas esperando a que un camión de la recién estrenada línea Izazaga-Tlalpan pase y pueda alcanzar a subir. “No hay suficientes camiones y uno tiene que adivinar en dónde están las paradas”, dice una usuaria que va parada ya dentro de uno de los 228 autobuses que reemplazaron a 880 micros en el ese corredor.
Para los usuarios, la suma de transportes no cuadra. Además algunos consideraron que hasta la tarifa es alta, siete pesos. Más quejas abundan cuando se hace tarde para llegar al trabajo o a la escuela, pero también para regresar.
“¿Qué va a pasar con el transporte para las personas que salimos de trabajar después de las 23:00 horas, desde ayer ya no hay transporte a Xochimilco en el corredor Izazaga-Tlalpan. ¡Necesitamos transporte nocturno!”, platica Verónica Martínez, una de las usuarias.
En el otro sentido los conductores transitan sorprendidos. Los carriles fluyen mejor, no hay microbuseros metiéndose por la fuerza de un carril a otro, abordando pasajeros donde sea y bajándolos igual. Hay una circulación fluida.
En tanto, personal de Semovi fue dispersado en la ruta para ayudar a los pasajeros a encontrar las paradas, aunque también fueron blanco de las quejas.