El aceite comestible sobrante de garnachas y frituras mueve a camiones del Metrobús y de la Red de Transporte público de la Ciudad de México.
En un proceso que lleva seis horas, en la planta de biodiésel de la Central de Abasto (Ceda) se transforma este producto en un combustible más económico, pues su costo aproximado es de 11.50 pesos el litro, y, además, es amigable con el medio ambiente.
La planta fue inaugurada en julio de 2020 y tuvo una inversión de 4.5 millones de pesos, en donde al día se procesan mil 500 litros de aceite para convertirlos en combustible a través de un proceso de filtración y purificación, el cual tiene tecnología 100 por ciento mexicana, pues fue desarrollado por el Instituto Politécnico Nacional (IPN).
En entrevista con El Sol de México, Rubí González, coordinadora de la Planta de Biodiésel de la Central de Abasto, explicó que se puede procesar cualquier tipo de aceite que sea vegetal líquido, que no solidifique, como es el caso del de coco o de palma. También puede ser aceite que está caduco o que no cumplió con especificaciones y nunca pudo salir a la venta.
“Se puede recibir aceite de todo tipo de generadores, desde domiciliarios, locatarios que tienen negocios, restaurantes, incluso grandes industrias que se dedican a la producción de frituras”.
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“No se debe de mezclar con otro tipo de aceite, grasas animales o aceite mineral. Lo que recomendamos para que se haga el almacenamiento es que el aceite no se reutilice tantas veces, que tenga uno o dos usos máximos, ya que se va degradando. También debe estar libre de agua”, dijo.
¿Cómo es el proceso?
Explicó que el proceso es de varios pasos. Primero, la recolección del residuo que es llevado a un espacio definido para ordenarlo en contenedores; posteriormente se vacía en un contenedor mucho más grande, de una capacidad de hasta 25 mil litros, el cual lo bombea para pasarlo a unos tanques donde se realiza la filtración, con el fin de que no quede ningún residuo de comida u otros productos.
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Después se pasa al reactor para mezclar el aceite con el catalizador (es una base fuerte más un alcohol) y se obtiene el bioaditivo (85 por ciento) y glicerina, para posteriormente hacer la purificación, que consiste en retirar los residuos más finos que pudieran quedar y finalmente almacenar el biocombustible para ser utilizado en vehículos. Todo el proceso dura alrededor de seis horas.
“Tiene una etapa la planta de purificación, en esta área se enfría el producto por medio de diferencia de densidad, sedimentan algunas impurezas o remanentes, se retiran, y todavía después tiene una etapa de acondicionamiento y verificación de la calidad, una serie de filtros que contiene un material especial para purificar el aditivo. Se toma una muestra y se analiza para comprobar su calidad. Una vez que se almacena, se puede traspasar a los botes para transportarlos a los usuarios”, indicó Rubí González.
Los desarrolladores del proceso químico fueron el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la empresa Asesoría en Sustentabilidad Ingeniería y Administración (ASIAD), encargada de la operación y la cual hizo el diseño industrial, como la creación de los tanques.
Metrobús y RTP ya lo usan
Este bioaditivo, que es menos contaminante y de menor costo, es usado para alimentar a 10 unidades de la Línea 2 del Metrobús -que corre de Tepalcates a Tacubaya-. Actualmente se hacen pruebas en camiones de la Red de Transporte de Pasajeros (RTP).
Para utilizar este biocombustible es necesario mezclarlo, es decir, poner entre cinco y 20 por ciento de biodiésel y el resto de combustible. Las unidades de Metrobús, por ejemplo, utilizan 20 por ciento, de acuerdo con la coordinadora de la planta.
“Lo que hacemos es que proveemos el bioaditivo y capacitamos a los operadores o a todos que se encargan de logística de combustible, desde el manejo del producto, atención a incendios, emergencias o el uso.
“Una bomba despachadora tiene una pistola como la de combustible, se conecta y se despacha directamente al tanque de la unidad. No se puede mezclar en ningún otro tipo de contenedor, se mezcla en el tanque de la unidad. Se tiene que usar en vehículos a combustión de diésel”, indicó la coordinadora de la planta.
Costos y beneficios al medio ambiente
El costo para procesar cada litro es de alrededor de 20 o 30 centavos; sin embargo, el costo se eleva por el precio del aceite, el cual se adquiere entre 10 y 11 pesos, por lo que el precio final es de alrededor de 11 pesos con 50 centavos el litro de biodiésel.
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Por esto, la Ceda colabora con la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) y con Secretaría de Medio Ambiente (Sedema) para generar programas de acopio en diversas alcaldías y así lograr disminuir los costos en beneficio de los capitalinos y del medio ambiente.
“Estamos tratando de impulsar el programa de recolección, actualmente tenemos en cuatro alcaldías en distintos mercados, Coyoacán, Iztapalapa, Iztacalco y Miguel Hidalgo, en los mercados que se hace la recolección directamente con locatarios, pero se invita a la población a la donación y nosotros lo recolectamos mensualmente”, indicó Rubí González,.
Además, señaló que al recolectarlo se evita que se tire en el drenaje y genere daños en las tuberías, pues se forman piedras que obstruyen el paso del agua.
“En el agua se hace una capa y no deja que el oxígeno se transfiera al agua y se mueren los peces. En la tierra encapsula la tierra y microorganismos y no hay oxígeno, no hay buena degradación; una serie de problemas ambientales y que no son visibles”, mencionó la coordinadora de la planta.
La planta de biodiésel procesa un lote de mil 500 litros por día, cantidad que se puede incrementar a tres mil litros; sin embargo, esperarán a la demanda, pues este biodiésel está pensado en usarse en vehículos de instituciones públicas, como de la Secretaría de Obras y Servicios y de la Sedema, además de que se planea instalar en todas las líneas del Metrobús y RTP.
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La planta, de acuerdo con la Ceda, cuenta con todos los permisos ambientales que marca la Sedema, tanto para ser centro de acopio como de reciclaje.
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