La mega ofrenda del Día de Muertos en el Zócalo de la Ciudad de México fue inaugurada este 1 de noviembre por la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, en compañía del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Se espera que miles de capitalinos visiten la tradicional ofrenda, que este año lleva por nombre Altar de Altares, la cual estará hasta el 9 de noviembre en el Zócalo.
El diseño de la ofrenda, realizado por Vladimir Maislin Topete, fue elegido tras realizarse una votación popular, en la cual compitió contra cinco modelos; Diversidad sangrada, Las tejedoras, Bosque de vida, Uirucumani yacer en silencio, y Tierra y libertad.
La ofrendan tiene como elemento principal cuatro estructuras de 12 metros de altura, dirigidas hacia los cuatro puntos cardinales en representación de las regiones de México: Norte (Sonora), Sur (Yucatán), Este (Huasteca) y Oeste (Michoacán).
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La Huasteca está representada por un arco de Xantolo (celebración de muertos en la región), el cual simboliza el portal entre el mundo terrenal y el de la muerte, mientras que la tradición del pueblo de Cuanajo, Michoacán, se refleja en una ofrenda con flores, frutas y maíz que los habitantes acostumbran colocar sobre unos caballitos de madera.
Los visitantes pueden conocer Sonora a través de un tapanco Yaqui, como el que ponen estos habitantes del norte para recibir a las ánimas. En tanto, un altar tradicional de Yucatán es erigido en honor a la celebración conocida en ese territorio como Hanal Pixán, “comida de las ánimas” en maya, en la que se tiende a colocar fruta de temporada, preparar platillos típicos como el mucbipollo, una especie de tamal que se cocina bajo tierra.
Asimismo, en el altar se narran los cuatro mundos a donde se dirigen los muertos en la cosmovisión mexica: el Mictlán, lugar a donde van los caídos por muerte natural; el Tonatiuhichan, al que llegan aquellos que perecieron durante combate o sacrificios; el Tlalocan, recinto de Tláloc destinado a los ahogados, fallecidos por un rayo o por enfermedades en la piel, y el Chichihuacuauhco, reservado para las almas de los pequeños.
Día de Muertos: fiesta y tradición
La muerte, un tema tabú para muchas culturas, en México es motivo de fiesta y tradición una vez al año, cuando panteones, casas y calles del país se llenan de flores, velas, papel picado y calaveras coloridas para honrar a los fieles difuntos.
Es una celebración popular que transcurre el 1 y 2 de noviembre, y que mezcla raíces indígenas con tradiciones cristianas de la época colonial española, bajo la creencia de que durante dos noches vivos y muertos se reencuentran.
Considerada la festividad más importante y querida por los mexicanos, el Día de Muertos se ha convertido en una fiesta tan original como representativa de México, globalizada en los últimos años.
La base de este festejo moderno surgió con la leyenda de que los mexicas, el pueblo indígena dominante de la época prehispánica mexicana, viajaban después de morir a través de las nueve regiones del inframundo, conocido como el Mictlán.
Las ofrendas son altares, que millones de familias mexicanas elaboran cada año en sus casas para celebrar el Día de Muertos, como tributo a los difuntos.
En ellos se colocan objetos personales de los muertos o sus alimentos favoritos, acompañados de adornos como las tradicionales flores de cempasúchil, de intenso color naranja, o el papel picado, que consiste en pliegos de papel de seda calados con figuras de calaveras.
La celebración del Día de Muertos, catalogada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2003, se ha convertido en un símbolo en México.
Con información de EFE