Esta es una ciudad compuesta de muchas ciudades y, como tal, sus costumbres, sus paisajes y sus sonidos cambian de una colonia a otra y de un día a otro.
Un lunes al amanecer alguien puede despertar con el trino de los pájaros, el Himno Nacional y el júbilo infantil que rodea a una escuela primaria y al mismo tiempo, en otro lugar, otra persona escucha las campanas de la Iglesia o del camión de la basura, los gritos del señor del pan o de los vecinos del piso de arriba, con gallos y perros o licuadoras y lavadoras, ambulancias y claxonazos o aviones surcando la mañana.
El paisaje sonoro de la Ciudad de México es vasto y no es el mismo que hace 10, 20 o 50 años. Los sonidos cotidianos pueden conformar un patrimonio histórico y cultural del que muchas veces no se es consciente.
Hay en las calles de la capital sonidos extinción: pájaros que han dejado de cantar, afiladores y camoteros que han dejado de recorrer las calles en ciertas colonias, sonideros que ya no ambientan fiestas. Hay también otros que se han arraigado, como los gritones de la calle peatonal de Madero que ofrecen ópticas, exámenes de la vista, piercings o tatuajes.
Mapa Sonoro
En palabras del director de la Fonoteca Nacional, Pavel Granados, “si abriéramos la ventana del México del siglo XIX oiríamos el golpetear de las patas de los caballos sobre las piedras” y, en cambio, ahora se escuchan el tráfico. E ilustra con una anécdota: Sergio Díaz, encargado del diseño sonoro de la película Roma, grabó parte del audio en colonias de la zona norte de la ciudad y no en la colonia Roma porque han cambiado los sonidos en esta zona.
La Ciudad de México suena, pero no siempre ha sido, ni será, de la misma manera. Tan sólo no se chifla igual hoy que antes. En un intento de encapsular los sonidos de la ciudad y el país, la Fonoteca Nacional implementó un Mapa Sonoro, con el cual se “capturan y retratan las sonoridades a partir de grabaciones de campo aportadas por la Fonoteca nacional y por cualquier ciudadano que quiera participar en su conformación”. Es, se dice, una “posibilidad de trazar la geografía sonora de México”.
La importancia de preservar el paisaje sonoro de la ciudad, reflexiona Pavel, radica en que “nos da memoria e identidad. Con un segundo de sonido grabado algo vibra en uno. Imagínate lo que sería tener 10 segundos de la voz de Sor Juana Inés, lo que nos diría de una época. Tenemos que aprender a dialogar más con la documentación sonora porque hay muchas cosas que están en el mundo de lo irracional, del inconsciente que se revelan, para historiadores, para la nostalgia privada, para el conocimiento colectivo”.
¿Qué es?
Se trata de una herramienta que permite escuchar grabaciones que registran los sonidos de un pueblo, de una ciudad o de un entorno natural y nos muestra el lugar exacto donde esos sonidos sucedieron mediante su geolocalización. Este desarrollo de la Fonoteca Nacional es una invitación para escuchar a qué suena México y formar una comunidad de escuchas interesados en capturar y compartir sus sonoridades para el conocimiento y el deleite de todos sus visitantes.
¿Cómo funciona?
En la página https://mapasonoro.cultura.gob.mx/ se encuentra en visualizador del mapa a través del cual se puede navegar de manera libre para detectar los audios o bien ingresar la ubicación en tiempo real para buscar sonidos grabados en las cercanías. También permite buscar por palabra clave, etiquetas y por dirección. Para participar hace falta hacer un registro y posteriormente iniciar sesión para poder compartir un audio con una breve descripción, fecha y lugar.
Así se escucha...
AL ORIENTE. El Foro Sol es un vivo ejemplo de los sonidos que mueven la ciudad.
COYOACÁN, sus tranvías, historias y museos son vitales. Frida Kahlo es protagonista en este audio.
LOS TIANGUIS. El color de los chilangos se percibe en los mercados, los tianguis; el de San Felipe es icono al norte de la capital.