Día uno de la vuelta al semáforo rojo y el Centro Histórico lució desbocado. El anuncio no permeó en el primer cuadro de la Ciudad de México, donde comerciantes, clientes, paseantes, turistas, todos parecieron abstraerse de la situación epidémica de la capital, en la que la aceleración de los contagios y hospitalizaciones obligaron a las autoridades federales y locales a decretar un nuevo cierre de actividades no esenciales.
La sensación de orden y control de la gente que se percibió en el poniente del Centro –en calles como Madero, 5 de mayo, 16 de septiembre – se desvaneció en el oriente, donde miles de personas acudieron a realizar compras de última hora. Calles como Venustiano Carranza, Corregidora, Correo Mayor, Moneda, República de Guatemala, Jesús, María, República de Venezuela lucieron como un hormiguero.
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En el poniente abundaron los turistas que buscaban llevarse la arquitectura emblemática de la ciudad en sus cámaras fotográficas, los paseantes que compartían un helado mientras caminaban –sin cubrebocas–, los que acudieron al pasaje Condesa en busca de algunos libros o los que tomaban la sombra en la parte no cercada de la Alameda Central. La noticia de la vuelta al semáforo rojo y el llamado a quedarse en casa no permeó.
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En la explanada de la Plaza José Martín, ubicada en la salida suroriente de la estación Hidalgo del Metro, se instaló el tianguis conocido como rock show, donde fanáticos de los cómics asisten para comprar o intercambiar figuras de colección de sus películas favoritas, aunque también se encuentran libros, ropa, comida. A unos metros, en la Plaza de la Solidaridad, los jóvenes intercambiaban y compraban tarjetas de colección sin sana distancia.
El extremo oriente fue la cara histérica del Centro. Cargadores moviendo mercancía en sus diablos, clientes con bultos a la espalda, comerciantes ofreciendo sus productos a gritos, policías y personal de la Secretaría de Gobierno pidiendo a gritos también que cerraran los locales, motonetas zigzagueando entre el flujo peatonal. Las personas con el cubrebocas mal colocado o de plano sin él no faltaron en la escena.
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A espaldas de Palacio Nacional los toreros estuvieron alerta para levantarse al paso de las autoridades, pero colocarse una vez que éstas se iban. Por ahí transitaron el nuevo subsecretario de Gobierno, Efraín Morales y su antecesor, Arturo Medina, custodiados por policías. Parecía que le explicaba el reto que es mantener el orden en la zona oriente del Centro Histórico.
La coordinadora de la Autoridad del Centro Histórico, Dunia Ludlow, también realizó un recorrido por las calles e hizo llamado a ciudadanos a quedarse en casa ante la emergencia sanitaria por el Covid-19, además pidió no abrir establecimientos no esenciales porque serán multados o suspendidos.
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Aunque los negocios no esenciales acataron la orden de bajar la cortina hacia el mediodía, el semáforo rojo parecía haberse quedado en el papel. En las calles la realidad fue otra. República de Venezuela, Manuel Doblado, Circunvalación, Eje 1 Norte y calles aledañas lucieron repletas de personas en el día uno del regreso al semáforo rojo prefirieron salir a hacer las compras que acatar el llamado al confinamiento voluntario. La sana distancia fue solo un recuerdo del pico de la pandemia de mayo.