El Gobierno de la Ciudad de México solicitará a la Federación mantener el uso de cubrebocas en la capital del país hasta fines de marzo, cuando termina el periodo de enfermedades respiratorias, adelantó ayer Oliva López, secretaria de Salud local.

Durante una entrevista con El Sol de México, la funcionaria se negó a declarar que la pandemia esté domada o a cantar victoria, porque el virus del Covid-19 llegó para quedarse, sigue en circulación y advirtió que habrá periodos en los que no se exprese, y otros con muchos contagios, como en la época invernal.

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La obligatoriedad de portar tapabocas fue retirado paulatinamente en otras ciudades del mundo desde febrero pasado; por ejemplo, en Roma, Italia, se permite ya no portarlo al aire libre, pero se mantiene hasta el 31 de marzo como requisito para acceder a lugares cerrados. En Paris, Francia, a mediados de este mes, dejó de exigirse en todo tipo de lugares, con excepción del transporte público; y en Nueva York, Estados Unidos, fue eliminado su uso, y en sitios públicos quedó como una opción.

En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador sugirió eliminar las mascarillas, pero la la secretaria de Salud local está a la espera de la decisión que tome la Secretaría de Salud federal y en esto, como en otros asuntos, sostuvo, hay matices porque esa dependencia tiene que pensar para todo el país.

“Nosotros estamos proponiendo que por lo menos ahora se mantenga en lo que se ha considerado la temporada de influenza, la vigilancia de la influenza que está considerada desde octubre hasta finales de marzo, generalmente en este periodo es cuando se presentan las enfermedades respiratorias y por supuesto el Covid”, señaló López Arellano.

En cuanto a seguir con la sana distancia, reconoció que debe mantenerse en la medida de lo posible, porque la mexicana es una sociedad acostumbrada a abrazarse y saludarse afectuosamente, lo cual se retomará, aunque aconsejó hacerlo con cubrebocas.

Rechazó que los capitalinos regresen a las condiciones existentes antes de la pandemia, por lo que insistió en que habrá una nueva normalidad en la que deben prevalecer las medidas de protección personal y preventivas, como el uso de cubrebocas en espacios cerrados o mal ventilados con mucha gente; el autoaislamiento cuando las personas tengan síntomas de enfermedades respiratorias, independientemente del padecimiento que sea, lo mejor es no acudir al trabajo o de compras; y seguir con el lavado frecuente de manos.

En general, se tendrán que hacer cambios en movilidad incluso en la construcción de nuevos espacios, como hospitales, oficinas y escuelas, para que estén más ventilados, sin concentraciones grandes de personas en determinados espacios; en el caso del trabajo, continuar con los esquemas híbridos, a fin de disminuir los riesgos de contagio, aglomeraciones y desplazamientos.

Aceptó que esto no se logrará de un día para otro, “si esa enfermedad y la pandemia lo que coloca es repensar muchas de las cosas como las veníamos haciendo, para hacerlas mejores para la vida y la salud de las personas”.

Afirmó que la segunda ola de la pandemia fue el momento más difícil para la Ciudad de México, porque la variante Delta, mucho más agresiva que la Ómicron, provocó que muchas personas se enfermaran gravemente y, aunque se contaron con 11 mil 300 camas en la zona metropolitana, “nos quedamos a un tris de llegar a la saturación, tuvimos de 10 mil 300 a 10 mil 500 hospitalizados”.

La secretaria de Salud mandó el mensaje de a la ciudadanía de que, a pesar de los buenos números y coberturas altas de vacunación, hay un monitoreo cotidiano del virus, a fin de que ante cualquier dato de alarma de inmediato tomar las previsiones necesarias.

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