El Centro Histórico de la Ciudad de México es a la vez muchos centros, es un crisol de ambientes y dinámicas. Su 10 kilómetros cuadrados y 770 manzanas son diferentes en sus cuatro puntos cardinales. Al recorrerlo de poniente a oriente se advierte que la pandemia por Covi-19 no ha logrado apagar al 100 por ciento a esta zona que parece no tener descanso.
Mientras que en el llamado Distrito Financiero, donde el empresario Carlos Slim posee por lo menos 65 edificios, muchos de ellos patrimoniales, y que abarca calles como Madero, 16 de septiembre o 5 de mayo, los negocios ya bajaron cortina, en el oriente, en la zona de Corregidora y La Merced, el comercio da sus últimos suspiros antes del letargo indefinido.
En el poniente, en la calle de Madero, ocurrió lo impensable: la pandemia puso mute al bullicioso corredor peatonal: se restringió el paso a los andantes, los negocios tienen su cortina echada abajo, se apagó la música de los bares, los volanteros y sus gritos de “lentes y micas en una hora” desaparecieron, junto con las botargas de personajes famosos.
En 16 de septiembre las cortinas de los negocios se convirtieron en muro de anuncios parroquiales: todos avisando a sus clientes que volverían el 30 de abril. En algunos casos los conminaban a seguir sus compras en línea. El silencio en esta zona es tal que es imposible no escuchar conversaciones ajenas y el trinar de las aves domina el paisaje sonoro.
Por el contrario, en Corregidora, continuación natural de 16 de septiembre, la escena es otra: diableros yendo y viniendo con mercancías, ferreterías -que pueden permanecer abiertas- saturadas de clientes, patrullas que exhortan a los ciudadanos a quedarse en casa, mientras estos recorren la vía sin inmutarse. Los cubrebocas son la excepción y no la regla.
En las bocacalles como Correo Mayor, La Academia Jesús María, todavía se ven locales de ropa abiertos, pero semivacíos. De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Económico este giro debe cerrar durante la emergencia sanitaria, pero la necesidad del ingreso supera al miedo al contagio de Covid-19.
Es el Centro Histórico y sus diferentes centros. Mientras el poniente donde abundan los bancos, oficinas, negocios de comida de cadenas nacionales y multinacionales, bares de moda, tiendas de ropa de marca, ya se guardó, en el oriente los comerciantes independientes se aferran a obtener los últimos antes de que el crecimiento de la crisis sanitaria los obligue a echar sus cortinas abajo.
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