“ Aquí vine a darle el valor a dormir en cama, al llegar a mi casa y encontrarme a mi madre guisando, le das valor a todo”, dijo entre lagrimas Mayra Eslava al narrar cómo vive desde hace 11 años en el Centro de Reinserción Social Santa Martha Acatitla a pesar de comprobar que es inocente.
Mayra practica tocho bandera desde hace siete años en este reclusorio, que por cierto es la capitana de las Valquirias; aunque previo a su ingreso, a los 22 años, ya lo jugaba y actualmente le ayuda a olvidar que está privada de su libertad sin merecerlo.
Ella ha escuchado sobre la presentada ley de amnistía pero considera que tiene limitantes. Este diario informó ayer que, entre las reclusas de este penal, aún se desconoce este beneficio.
“El deporte es algo fundamental. Es algo que nos ayuda a salir de la rutina, yo vengo y entreno y me fugo literal un rato, porque vienes y eres una jugadora, dejas tantito tu condición de presa y es lo que te ayuda”, expresó.
Pero no es lo único que le ha permitido salir adelante, pues en Santa Martha conoció a los dos amores de su vida, sus hijos, quienes ahí se quedaron hasta los seis años de edad, pues así lo exige el reglamento.
“Aquí los tuve. Aquí me embaracé, mi hija que es la mayor y al año tuve a mi hijo. Hasta los seis años permiten que los tengamos aquí para que vayan a la educación primaria y pues hace dos años ya salió mi hijo y hace tres mi hija”, recordó.
¿Y cómo fue ese proceso?
Creo que fue lo más bonito que me pudo haber pasado pese al lugar, creo que fue lo que me ayudó a sobresalir en este lugar. Claro que es difícil, es difícil porque llega la edad en la que empiezan a preguntar que, ¿qué es? Ven a personal de seguridad y custodia.
¿A qué edad empezaron a preguntar?
Pues mi hija creo que a los tres años ya empezaron las preguntas del lugar, y pues sí, las situaciones, ¿qué por qué paso una lista? ¿Por qué nos cierran a cierto horario? ¿Por qué ya no podemos salir de noche? Todas esas cuestiones, creo que eso es lo más difícil a parte de la manutención económica de los niños. Creo que en realidad eso es lo más difícil, las preguntas de ellos.
Hubo un momento en el que te preguntaron, ¿por qué estás aquí?
Sí, pero ya más grandes, casi a los seis años fue de sí: “¿Mamá y si es la cárcel por qué estás aquí? ¿Qué hiciste?”
¿Le dijiste la verdad?
No. Creo que la verdad sería muy cruel a su edad para ellos, a parte no me gustaría que tuvieran esa imagen o no verdad, simplemente omites cosas, o sea, les dije que pues obviamente que hay reglas en todos lados, reglas que nos impone la sociedad por no obedecer a mi mamá y pues es el resultado.
Mayra hasta el día de esta entrevista no había hablado con sus hijos del delito por el que está sentencia a 27 años, pero ya lo hizo porque contrario a otros años hoy más nunca tiene una mayor posibilidad de demostrar que no es una asesina pues los que la acusaron han quedado libres porque sus declaraciones las hicieron bajo tortura.
Ella vive junto a cuatro reclusas en una misma celda misma que tiene capacidad para cinco personas, esta instancia tiene un baño, regadera y escusado. También comparten una mesa donde pueden tener una parrilla eléctrica donde incluso a veces comparten la comida.
Para poder ayudar con los gastos de sus hijos se ve en la necesidad de vender tacos así como quesadillas, y tiene permitido hacerlo: sábados y domingos.
¿Esperas obtener tu libertad?
Sí. Creo que sí. Digo, no importan los años que haya pasado aquí y el tiempo que lleve y aún así porque si es como que muchas veces es contradictorio la situación, la Ley. No sé, muchas cosas porque ahorita llevo 11 años, me sentenciaron por un delito del cual siempre dije no, no, no. Y hasta mi familia me decía: “¿Cómo Mayra? ¿Cómo pudiste hacer eso?”
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