El Estudio Selenium, un museo y taller dedicado a la enseñanza de la fotografía “a la antigüita”, se despide de Santa María la Ribera tras 30 años de historia y resistir la supuesta venta ilegal del inmueble que lo albergaba.
Este lugar, ubicado en uno de los seis departamentos del edificio Puebla, en el 129 de la calle Saturnino, deberá ser desalojado por sus inquilinos, quienes emprendieron un largo camino legal.
Te puede interesar: Más estadounidenses viven en CDMX: aumentan 56% los permisos de residencia
Daniel Mendoza Alafita, fundador del estudio y quien se desempeña como maestro impresor, llegó a habitar este inmueble en la década de los 90.
En aquel entonces, contó, la renta establecida por la primera dueña del predio fue de 500 pesos mensuales, pero con el tiempo y la inflación subió a mil y luego a dos mil pesos, precio que se mantuvo durante años.
Las rentas en colonias como Santa María la Ribera y la San Rafael pueden costar hasta 20 mil pesos, según vecinos de la zona
“Cuando llegué, esta colonia era un barrio, le decían Santa María la Ratera. No era lo que es ahora, una colonia cara en donde todos quieren vivir y los cuartos valen ocho mil pesos y los departamentos hasta 20 mil”, explicó Daniel.
Tras la muerte de la primera propietaria, el predio fue vendido y llegaron otros caseros, quienes se presentaron con los inquilinos y les informaron sobre el aumento de la renta, que ahora sería de cuatro mil pesos mensuales. Las seis familias aceptaron el monto.
El precio también se mantuvo, pero a finales de 2019 e inicios de 2020 y sin previo aviso sobre la cancelación de los contratos de arrendamiento, los caseros desaparecieron y los vecinos se enteraron de la venta del inmueble a través de un escrito que desconocen quien colocó en el edificio.
En el documento había una leyenda que señalaba que la transacción se hizo “sin inquilinos”, lo cual, afirmó Daniel, no sucedió así.
Los precios están desalojando a quienes vivimos muchos años en los barrios populares
—Daniel Mendoza, Maestro impresor
El edificio, que cuenta con tres niveles, techos altos y una construcción amplia y antigua, quedó semivacío. Lo que antes fue una comunidad, se convirtió en incertidumbre, ante la constante amenaza de desalojo.
“Nunca nos avisaron. Ya no volvimos a ver a los antiguos dueños y las personas que vivían en los demás departamentos se fueron porque tenían miedo a un desalojo. Nos quedamos dos departamentos y buscamos unos abogados que nos explicaran. Nos dijeron que no podían vender un edificio que aún tenía familias y decir que estaba vacío. Nosotros seguimos aquí y no nos avisaron”, relató Daniel.
Ante ello, iniciaron un proceso legal en 2020, el cual duró cuatro años, para defender sus derechos como inquilinos En ese tiempo, Daniel temió ser desalojado con uso de la fuerza y por su archivo histórico, el cual ha formado desde hace dos décadas, antes de llegar a vivir a la Ciudad de México, en 1992.
“Cuando nos quedamos sin vecinos fue como quedar desprotegidos, sólo éramos el vecino de enfrente y yo. Mi archivo y mi trabajo era lo que me preocupaba, porque no tenemos a dónde ir, todo está muy caro”, señaló.
Durante el proceso legal, en donde se determinó que se trataba de una venta ilegal, los implicados no quisieron hacer público el caso, para evitar un desalojo a la fuerza y perder su trabajo.
“Llevamos muchos años en esta disputa de manera silenciosa, por recomendación de los abogados. Pero el proceso ya terminó y nos tenemos que ir. Llegamos a un acuerdo”, agregó.
El caso se resolvió el mes pasado, dándole a él y a su vecino una prórroga hasta el último día de agosto para dejar los departamentos, acompañados de una indemnización para la mudanza.
“Nos vamos por la puerta principal. Era lo que queríamos, porque nos daba temor que nos desalojaran y todo se rompiera. Este departamento es un museo, doy talleres a jóvenes de impresión fina, fotografía, tengo dos laboratorios físico-químico para revelar rollos. Y probablemente llegue a su fin. Los precios en la colonia son muy altos, ya no vamos a poder regresar”, indicó.
Memoria gráfica
Daniel estudió fotografía en la Facultad de Artes Plásticas en la Universidad Veracruzana, trabajó en agencias de fotografía y en periódicos nacionales.
La cámara más antigua de su colección data de 1919, aún trabaja con ella y enseña a sus alumnos, pues nunca quiso trabajar con equipos digitales.
Fotógrafos mexicanos como Graciela Iturbide y Pedro Valtierra, cuenta Daniel, han impreso sus trabajos en este estudio, uno de los pocos laboratorios físico-químicos de revelado que aún se mantiene activo.
Una de las piezas más valiosas para él, es la fotografía del rostro de Tina Modotti, tomada por el estadounidense Edward Weston.“El negativo original lo tuve en mis manos y pude revelarlo porque soy maestro impresor fino. La foto que tengo aquí de Tina Modotti es del rollo original”, explicó.
El estudio está lleno de recortes de periódicos, donde concedió entrevistas a varios periódicos, explicando su trabajo por destacar la fotografía “a la antigüita”, con cámaras estenopeicas, conocidas por ser cajas oscuras y sin lentes, pero capaces de capturar la luz y provocar la impresión de una imagen.
➡️ Únete al canal de El Sol de México en WhatsApp para no perderte la información más importante
Toda esta historia, podría perderse, pues Daniel, a sus más de 70 años de edad, no cuenta con los recursos para pagar el costo de una renta actual.
“Ya buscamos aquí en la colonia y son precios de hasta 20 mil pesos, ya buscamos en la Guerrero y va para lo mismo, la San Rafael y está carísima. Los precios nos están desalojando a quienes vivimos muchos años en los barrios populares. Es muy probable que el museo desaparezca. Aún no tenemos a donde irnos a vivir”, lamentó Daniel.