Desde las 8:00 horas empezaron a arribar al Congreso diputados, invitados especiales, integrantes del gabinete, alcaldes, representantes religiosos y empresariales, para acudir al primer informe de la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum.

Al exterior del Congreso el ambiente fue moderado, incluso sobrio. Atrás quedaron las porras, tambores y trompetas con los que en otros años las bases del PRD acudían al cruce de Donceles y Allende a vitorear al mandatario capitalino en turno.

Se escuchaban porras para el alcalde de Miguel Hidalgo, Víctor Hugo Romo; también para la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, pero nada más. Aplausos cancinos, huecos en las vallas, gente adormilada que no identificaba a los funcionarios que desfilaban por Donceles.

El evento se resumió, tal vez, con las palabras que el secretario de Seguridad Ciudadana, Jesús Orta, pronunció al llegar al Congreso: hay avances en este primer año, pero nada para hacerlo sentir satisfecho, pues también se admiten pendientes que impiden celebrar.

A diferencia del informe del presidente Andrés Manuel López Obrador, al de Sheinbaum acudieron pocos gobernadores, escasos secretarios de Estado como la titular de Segob, Olga Sánchez; la de Energía, Rocío Nahle, o la de Función Pública, Irma Sandoval.

En cambio, acudieron alcaldes, senadores y diputados federales de Morena, el gabinete capitalino. Fiel al estilo de la jefa de gobierno: moderado, poco dada a la celebración.

Esto no impidió que al llegar al Congreso la jefa de gobierno se sintiera en terreno cómodo. Se le vio muy sonriente en su paso por Donceles, se dio tiempo de saludar a los asistentes e incluso posó para las selfies, portando un conjunto en dos partes color fucsia con zapatillas en nude.

No obstante, prefirió brincar a los medios de comunicación y escoltada por una comisión de cortesía ingresó al recinto legislativo pasadas las 9:30 horas para rendir su primer informe.