Miguel Ángel Morales Larrauri es originario del Barrio de San Lucas, de la alcaldía de Iztapalapa, y desde siempre ha sido residente del lugar. Testigo de muchas representaciones del Viacrucis en la zona, siempre ha contribuido con entusiasmo y de diferentes maneras para que todo marche a la perfección.
A sus 37 años de edad, Miguel ha decidido comprometerse con el papel del Diablo en esta 176 representación de la Pasión de Cristo en Iztapalapa que, asegura, será especial para él, porque es una forma de retribuirle lo mucho que le ha dado participar en esta escenificación.
“Aún me siento nervioso, porque es la primera vez que represento al Diablo y tengo que aprenderme el diálogo completo, que es como de 20 minutos más o menos y no te puedes equivocar, pero aún tengo unos cuantos días para seguir ensayando”, puntualiza.
Las alas que usará pesan alrededor de cinco kilos y son diseñadas especialmente para él porque, además, este 2019 serán de un material diferente al utilizado el año pasado que fueron de plumas. En una visita que realizó El Sol de México a su casa, el Diablo nos relata que el único entrenamiento que realiza es caminar.
“De mi entrenamiento lo único que hago es caminar, porque no se requiere mucho esfuerzo físico como lo que hace el Cristo, que es cargar la cruz pesada, yo nada más subo un poquito el cerro, hago mi diálogo y pues no es mucho esfuerzo”, menciona.
Miguel es una persona que ha visto cambios porque siempre ha estado participando desde atrás, es decir, en la logística, la preparación, la investigación y otras cosas relacionadas a lo que hay detrás de la representación.
“Creo que desde este lado hago mejor las cosas que estando en los papeles de la Semana Santa, pero en esta ocasión quería ser el Diablo, no me aventé a representar a Cristo antes porque pienso que no estoy a la altura del Señor, así que mejor se lo dejo a quienes sí lo puedan representar dignamente”.
Además de todo eso, Miguel también ayuda en la elaboración de las alas de los jinetes del apocalipsis que lo custodian mientras sube a la punta del Cerro de la Estrella, porque siente que entre todos se deben apoyar para que la Semana Santa de Iztapalapa perdure muchos más años de los que ya lleva.