TLALNEPANTLA. Las personas desplazadas por el desgajamiento del cerro del Chiquihuite, en la colonia Lázaro Cárdenas de este municipio, regresaron a sus hogares a principios de diciembre pasado. Juntaron dinero para colocar de nuevo cables de luz y teléfono, poner tuberías para acceder al agua, y quitar las piedras y la tierra que no les permitían ingresar a sus calles y casas, pero no esquivaron el riesgo que representa vivir ahí.
El martes pasado las autoridades de Tlalnepantla advirtieron que los vecinos afectados de esta zona deben dejar sus casas, de nuevo, ante el riesgo que corren por la temporada de lluvias que se avecina. “Nuevamente se tendrá que hacer un censo casa por casa con notarios para invitarlos a que dejen el riesgo y desalojen la zona que se derrumbó el año pasado”, explicó el alcalde Marco Antonio Rodríguez Hurtado.
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Habitantes afectados señalaron en entrevista con El Sol de México que aún no tienen un aviso oficial y que sólo dejarán sus hogares si los trasladan a las viviendas que serán de su propiedad.
La señora Patricia reconoció que si hay un verdadero peligro para su familia, sí vería la manera de salir de ahí. “Si yo no tengo otra opción, si corremos peligro, pues ver la manera, ver qué hacemos, porque de momento no tenemos a donde ir (…) Muchos esperamos a que nos digan, ya aquí está su casa, se pueden mudar, para desalojarlos”.
Después de aquel 10 de septiembre, en el que rocas gigantes se desprendieron y aplastaron todo lo que encontraron a su paso, personal de protección civil tanto del municipio como del gobierno estatal intervino en la zona donde murieron dos adultos y dos niños. Con excavadoras removieron parte del cascajo y piedras que amenazaban al vecindario. Las autoridades municipales realizaron un censo, dieron apoyo de renta de cinco mil pesos a quienes corrían peligro y desalojaron sus viviendas; ya se hablaba de un plan para reubicarlos.
Sin embargo, el último apoyo llegó el 6 de diciembre pasado a causa del cambio de administración, pues Rodríguez Hurtado tomó posesión del municipio el 8 de diciembre. Desde ese entonces los habitantes afectados no han tenido contacto con ninguna autoridad, por lo que algunos decidieron regresar a sus hogares.
“En cada predio vivimos varias familias, donde yo vivo somos seis familias, así es que si nos van a dejar en una sola casa a todos no vamos a caber, necesitamos que nos den una vivienda por separado”, manifestó Patricia.
Sin más ayuda que la de sus vecinos, intentan retomar su vida, hacer de nuevo habitables sus hogares. Rodrigo, de 28 años de edad, regresó con familia a su casa, misma que quedó sin baño por los trabajos de excavación que se hicieron para quitar el escombro. Tuvo que hacer uno improvisado con paredes y techo de lámina, dice que su casa está llena de grietas, pero no tiene otra opción.
Por su parte, la señora Selene comenta a este diario: “Aquí hicimos las casas desde los cimientos, tuvimos que quitar piedras, yo no sé cómo se desgajó el cerro si aquí es pura piedra maciza, pero las aguas sí estuvieron muy, muy fuertes. Aquí parecía río, aquí no se podía ni pasar, pero aquí vivimos y tenemos que pasarla como se pueda. Ahorita hay que resolver cómo le vamos a hacer con toda el agua que baja (en temporada de lluvias) y todo el escombro que dejaron ahí”.
Sobre reforzar su casa, dice que su familia lo está pensando porque ni siquiera hay una barda que proteja el patio de todo el escombro que le puede caer del cerro.
“El miedo lo tenemos, el miedo es latente, obviamente quedamos marcados desde el 10 de septiembre, se escuchó horrible y se vio peor. Miedo lo tenemos, de que hayan caído más piedras, pues no, pero aquí vivimos”, destaca Selene, quien vive con su mamá, dos hijos y una nuera. En el mismo predio también vive un sobrino y la familia de éste.
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