"Y los zaguanes huelen a humedad. Puertas desvencijadas miran al patio en ruinas. Los muros relatan sus historias indescifrables. Los peldaños de cantera se yerguen gastados a tal punto que un paso más podría ser el derrumbe”. Las palabras son del poeta mexicano nacido en la Ciudad de México, José Emilio Pacheco. Corresponden a su poema Vecindades del Centro.
Describen con precisión uno de los tantos problemas que aquejan al Centro Histórico, corazón del corazón de la Ciudad de México: el deterioro del patrimonio, el estado ruinoso de sus edificios que, de tanto tiempo sin recibir mantenimiento, han perdido su brillo y peor aún: su estado estructural es tal que muchos están catalogados como de “alto riesgo de colapso”.
El Sol de México obtuvo vía transparencia un censo de viviendas que tienen riesgos estructurales. Son 137 edificios en todas las latitudes del primer cuadro de la ciudad. De ese número, ocho están catalogados como de “alto riesgo de colapso”; 41 son considerados de riesgo alto, otros 51 de riesgo medio y 37 de riesgo bajo. Todos asentados en suelo inestable y sísmico.
El Programa de Desarrollo Delegacional de Cuauhtémoc del año 2016 dice: “la enorme concentración de comercio de mayoreo y menudeo en el Centro Histórico, atrae todos los días aproximadamente a un millón y medio de población flotante en un área de 9.1 kilómetros cuadrados” y es que, fiel a su origen comercial, se estima que el primer cuadro de la ciudad aglutina al 10% del comercio informal de toda la capital.
También se calcula, de acuerdo con el mismo documento, que el Centro Histórico atrae otros 4.5 millones de usuarios de escuelas, museos, hospitales y oficinas públicas -en esta zona despacha el presidente, la Jefa de Gobierno y la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Es evidente: el colapso de uno de estos 137 edificios en con debilidad estructural sería trágico.
Alejandro Garrido, habitante, estudioso y restaurador del Centro Histórico, comenta en entrevista que la falta de mantenimiento en los edificios habitacionales, principalmente vecindades, se debe a una mezcla compuesta por la falta de involucramiento de los residentes y los pocos apoyos de las autoridades, aunado a los problemas legales de cada inmueble, muchos de ellos intestados u ocupados por familias que no son las legales propietarias, pero que los han habitado por décadas.
El Programa de Desarrollo Delegacional explica que el Centro Histórico “se ha venido deteriorando en los últimos 50 años, particularmente después de los sismos de 1985, debido a la combinación de diversas circunstancias, el crecimiento de nuevas zonas habitacionales y de servicios que llevó a familias y negocios a reubicarse.
"Ese proceso que se fue dando en los últimos años perjudicó a los edificios, viviendas y al espacio urbano. En el caso de algunos comercios ubicados en el Centro Histórico, sus plantas bajas se han visto debilitadas por el retiro de muros y la apertura de ventanas para aparadores, además del sobrepeso de las plantas altas que fueron ocupadas como bodegas, lo que implica un grave riesgo en las estructuras de estos inmuebles.
Pese a la dimensión del problema, Alejandro Garrido reflexiona: no hay un programa integral para la recuperación y el mantenimiento de las viviendas del Centro Histórico y los que se dan suelen ser superficiales, para pintura o temas menores. Es así que el corazón de la Ciudad de México carece de un programa ambicioso de rehabilitación, por lo que, como dijo el poeta José Emilio Pacheco: “los peldaños de cantera se yerguen gastados a tal punto que un paso más podría ser el derrumbe”.