En el camellón de la calle Durango, frente al número 314 en la colonia Roma Norte, un montón de muebles de oficina esperaban la decisión sobre su próximo destino.
Los oficinistas observaban sentados en sus escritorios el desalojo obligado por el sismo del martes pasado que afectó de forma severa en el edificio en el que trabajaban.
Denisse Reyes explicó que al menos en el despacho 302 en el que ella laboraba se encontraban cinco personas que tuvieron que bajar las escaleras en medio de la caída de lámparas, mamparas, persianas, ladrillos y plafones. "Salimos corriendo, un compañero nos empujó a mí y a otra compañera para salir lo más pronto posible”.
Durante el recorrido, el mayor temor de Denisse era que la puerta principal que funcionaba cada vez que se activaba un botón permaneciera cerrada, sin embargo se encontraba abierta lo que les permitió salir hasta la calle.
“Todos logramos salir sin lesiones mayores, eso se lo debemos al conserje quien regreso para abrir la puerta de forma permanente, el edificio no colapsó pero sin duda hubiéramos sufrido lesiones si nos hubiéramos quedado adentro, además la psicosis que afectó a algunos ocasionó empujones y gritos que hubieran aumentado de encontrar cerrado”, comentó la joven.
De manera tímida el señor Fernando Tenorio mencionó que él se encontraba afuera del edificio y corrió para abrir con llave la puerta y suspender con ello el mecanismo eléctrico.
“Lo único que pensé fue en que la gente tenía que salir, así que regresé y abrí por fuera”, afirmó el originario de Providencia, Estado de México, quien consideró que de no haber encontrado abierto las personas hubieran tenido que romper algún cristal para escapar, lo que hubiera ocasionado pérdida de tiempo o incluso una estampida.
Por ahora el señor Fernando desconoce cuál será el futuro del edificio y también de su empleo, pero confía en que las autoridades determinen que pueden seguir las labores en el inmueble.