La Merced es la Merced y cuando tengas sed, baja a mi barrio que es la Merced, reza un dicho popular que describe la solidaridad de la comunidad en este barrio del oriente del Centro Histórico. Eso quedó reflejado ayer en el concurso de baile que el colectivo Barrio Chido organizó en el atrio de la Iglesia de la Santa Cruz y la Soledad, la séptima establecida en la Ciudad de México.
Sonideros como El Duende, Musas Sonideras o Sonido Confirmación ambientaron la primera edición de esta contienda, en la que participaron desde niñas, adultos mayores hasta personas en situación de calle, lo cual resume una premisa conocida en ésta y otras colonias con larga historia y tradición de la capital: en el barrio todos somos iguales.
Dos motivos llevaron a las parejas a sacudir el cuerpo en el corazón del corazón de la Ciudad de México: el 62 aniversario del Mercado de la Merced –que fue la primera central de abastos de la capital- y la apropiación del barrio, el rescate del tejido social, de la comunidad, vivir y compartir la calle, de preservar la identidad.
Fueron las notas de Perfume de gardenias, interpretada por Alejandro Fernández, las que marcaron el inicio del concurso. Las seis parejas al centro calentaban, trazaban los primeros pasos sobre la pista de baile. Era un momento de calma, de estado de relajación para lo que seguiría: un estado de júbilo ambientado por las huarachas y cumbias que desde su consola programaba Sol Salsita.
Desde su mesa, el jurado observaba atento, desde la orilla de la pista el público -conformado por locales y extranjeros- aplaudía, animaba, gritaba, chiflaba y hasta bailaba. Al centro las parejas se contoneaban, giraban e incluso hacían acrobacias. Mientras esto ocurría una pequeña procesión dedicada a Nuestra Señora de la Soledad aparecía y desaparecía tan rápido como llegó.
Si de promover el arraigo al barrio se trata, Lady Meche fue un botón de muestra: se trata de una empresa social que brinda oportunidad laboral a mujeres inmersas en el comercio sexual del Barrio de La Merced, a través de la producción de cosméticos naturales y artesanales inspirados en el patrimonio cultural de la zona.
Una de las marcas de esta empresa, cuyos productos fueron promovidos durante el concurso de baile, es Alba Malva, nombre inspirado en la flor de malva como un motivo de recordar el mercado de flores de La Merced.
“Las motivaciones que nos congregan son varias, las más importantes las que dictan el corazón y la memoria de todas las generaciones que somos. Tenemos frente a nosotros el reto de conservar, preservar y reforzar la identidad del barrio, de sus mercados, de su comercio, de su cultura.
“Porque sí, que quede claro, aportamos alimentos y una infinidad de objetos para el consumo de las clases populares y también aportamos cultura a la sociedad entera. La historia de la Ciudad no se entiende sin nosotros, sin nuestros gritos de venta, sin nuestras frutas y nuestras verduras, sin los diableros y nuestros puestos. Sin nuestras flores y dulces. La Merced histórica no se agota”, con estas palabras los colectivos reivindicaron la memoria de los mercados de este barrio a 62 años de su creación.