Infractores chilangos pagan sanción apoyando en plan de vacunación

Luis Aldo, de 22 años, dice que está bien hacer este trabajo social porque, además, se conoce gente

Manuel Cosme | El Sol de México

  · domingo 13 de febrero de 2022

La labor de este joven consistió en llevar en silla de ruedas / Daniel Galeana | El Sol de México

Patrulleros de Iztapalapa ordenaron a un joven automovilista detenerse mientras circulaba en una calle oscura de esa alcaldía, pero no frenó, siguió su marcha, lo persiguieron y alcanzaron calles adelante en la colonia Del Moral.

“Como no me quise parar, los policías me amenazaron con sembrarme drogas y armas para llevarme directo ante el Ministerio Público, pero no me dejé”, vinieron después las agresiones verbales, jaloneos y por último golpes, por lo que fue remitido a un Juzgado Cívico.

Luis Aldo Espinosa, chofer de Uber, empezó así la narración de lo acontecido hace más de dos semanas y por lo que una juez cívica le ordenó cumplir con 20 horas de trabajo comunitario como sanción, misma que consistió en apoyar en las labores de vacunación contra el Covid-19 en el centro instalado en el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria.

En 2019, se reformó la Ley de Cultura Cívica para que jóvenes 19 a 29 años paguen sus sanciones con trabajo comunitario, que es opcional a la multa o a horas de arresto, pero en el caso de quienes tienen entre 12 y 18 años solamente se les apercibe.

Según esta ley, las sanciones cívicas son en caso de que un joven sea visto grafiteando, si se le detiene por consumo de alcohol o de alguna droga en la calle, riñas no graves y vendiendo en los vagones del Metro.

Luis Aldo, de 22 años, fue entrevistado tras de acudir a la explanada de ese estadio, junto con un amigo, quien también intentó escapar de la policía cuando les pidió detener el auto en el que viajaban. Al centro de vacunación también debieron presentarse otros cuatro jóvenes infractores, pero al final sólo ellos asistieron.

La labor que se le encomendó a Luis Aldo, alto y de complexión musculosa, fue apoyar a las personas que requirieran una silla de ruedas para ser vacunadas. Aceptó que no se detuvo por temor, ya que los hechos se registraron en una calle oscura y que luego vino la amenaza de los patrulleros de sembrarle droga y armas por haberse dado a la fuga, “se pusieron bien locos”, comentó.

La juez cívica le impuso presentare en el Instituto de la Juventud local para apoyar en el programa de vacunación durante 20 horas. Consideró que estuvo bien, porque es un servicio social donde se conoce a gente.

Beatriz Olivares, directora del Instituto de la Juventud, informó que es la primera vez que jóvenes infractores se suman al apoyo en los centros de vacunación contra el Covid-19, el objetivo fue que supieran parte de lo que se hace para enfrentar la pandemia, también que sea una experiencia de vida para que conozcan otros jóvenes y no solamente paguen su sanción, sino que miren de manera diferente lo que es colaborar con la sociedad.

Dijo que no se quiere una ciudad más punitiva contra los jóvenes, sino de explicarles “esto fue lo que hiciste, tienes todas estas posibilidades de pagar tu sanción”.