"No, mami, échele ganas, sigamos adelante”, es lo que le dice su hijo de seis años a Belky Carolina Bonilla, quien junto con su esposo y sus tres hijos salió huyendo de Honduras, pues integrantes de la Pandilla Callejera 18 golpearon y amenazaron de muerte a su marido porque no les entregó el dinero que solicitaban por dejarlo trabajar en un taxi del que ni siquiera era propietario.
En esta caravana migrante hay 75 niños, niñas y adolescentes, de acuerdo a la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, (CDHCdMx), a quienes se les observó ayer por la tarde realizando distintas actividades recreativas como dibujos con gises de distintos colores en el piso.
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Uno de ellos, de cuatro años, tomó un gis azul y formó un tipo de círculo, pero la explicación que nos dio es que era un puente. Alrededor del albergue así como la largas caminatas que llevan desde hace dos meses son para ellos una diversión.
Belky Carolina Bonilla procedente de Honduras, a quien la acompañan sus tres hijos, uno de seis años, otro de tres años y, el más pequeño, de uno, comentó que el mayor de ellos es quien a veces la anima a seguir en la caravana para lograr llegar a Estados Unidos, pues cuando piensa en renunciar el menor le dice: "No, mami, échele ganas, sigamos adelante".
En Honduras, los extorsionadores no sólo golpean, también cumplen sus amenazas y asesinan a quienes no pagan; esto para mantener con miedo a sus víctimas.
Al esposo de Belky le dieron 24 horas para pagar la cuota solicitada, que el dueño del taxi se negaba a pagar, en ese momento no había manera de conseguir el dinero. Qué hacer, a dónde huir en un país donde impera la corrupción y los bandas criminales son las que dictan la ley. No vieron ninguna opción más que viajar a México y unirse a la caravana que se dirigía hacia Estados Unidos.
Cuando llegaron a Chiapas, el Gobierno mexicano estuvo a punto de deportarlos, sin embargo, mostraron una carta -que autoridades en Guatemala les ayudaron a tramitar-. En ella solicitan a la administración del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, asilo humanitario por el desplazamiento forzado del que fueron víctimas.
“Traemos las denuncias, traemos todo, no es que uno quiera salirse de su país, no tenía plan, yo vivían bien, no tan bien, pero no me faltaba nada como la comida, yo ni tenía pensado traer a los niños acá, por qué traerlos a sufrir aquí, pero por la situación que pasamos tuvimos que salir huyendo”, narra a El Sol de México.
“Llegamos y nos querían deportar de Chiapas a Honduras, y nos dijo una muchacha que iba a salir una caravana, entonces, fuimos a averiguar y fuimos a meter papeles y salimos ahí en el sistema, porque supuestamente esta caravana trae permiso, y nos hicieron que metiéramos papeles de nosotros y de los niños, y fuimos a firmar cuando salimos registrados en el sistema”, comenta.
Platica que en el transcurso de lo que ha vivido a su paso por México ha pensado en regresar, pero es su hijo, de seis años, le dice: “No, mami, échele ganas, sigamos adelante”.
En la caravana migrante también viene Melvin Salazar, nicaragüense de 34 años de edad, quien viaja con su esposa e hija. Desde 2018 dejó su país, se dice perseguido político, y lleva seis meses en México tratando de llegar a la frontera. Ha pagado 12 mil dólares (más de 260 mil pesos) a coyotes que no lo han llevado hasta EU. Con esta caravana piensa llegar a la frontera y entregarse a la migra americana.
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