Gabriel Moros llevaba 40 años confeccionando y vendiendo vestidos de novia en el número 57-B de la calle República de Chile en el Centro Histórico, pero la mañana de ayer cerca de 50 hombres no identificados abrieron por la fuerza su local y aventaron a la calle vestidos, telas y máquinas de coser.
“A eso de las 7:00 de la mañana vecinos me llamaron para avisarme que todas mis cosas las estaban sacando. Nos desalojaron sin avisarnos”, relató.
Gabriel explicó que en la década de los 80 fundó Casa Mir, una boutique que en conjunto con decenas de locales conformaban la famosa Calle de las Novias. En 1985, recordó, este predio donde pagaban renta quedó intestado, luego de que los dueños murieron.
Los propietarios de Casa Mir, Creaciones Bety, Novias Prestigge, Novias Allianze, Vestidos de Primera Comunión y Paje, y Velvet Boutique, señaló, buscaron entablar una relación con el posible heredero, pero no lo encontraron porque los dueños no dejaron a algún apoderado.
“Es un predio intestado, sólo estábamos nosotros. Y estábamos buscando la forma de seguir aquí con asesoría legal. En todos estos años se habían presentado supuestos dueños, pero nadie nos mostraba un documento, cuando se los pedíamos se iban. Eran personas que sólo nos querían engañar”, relató uno de los comerciantes afectados, quien solicitó el anonimato.
La última vez que quisieron desalojarlos, sin un aviso, fue hace casi dos años, pero no se concretó, pues los supuestos apoderados no mostraron documentos.
Este miércoles, los temores de los comerciantes se cumplieron sin saber exactamente quién fue el responsable de su expulsión. Solamente un hombre que dijo ser actuario, acompañado con decenas de cargadores, vigiló la violación de candados.
En la orden presentada por el presunto actuario, quien no quiso identificarse con los comerciantes, se puede leer la leyenda: “Solicito a su señoría se dicte nuevamente la orden de lanzamiento forzoso. Habilitando al actuario de la adscripción días y horas inhábiles, rompimiento de cerraduras, realizar inventario de bienes, y el uso de fuerza pública para la práctica de lanzamiento”, donde además se pide apoyo de 10 policías locales, los cuales arribaron dos horas después, pero a petición de los vecinos.
Vestidos blancos y muchos más de XV años quedaron desperdigados afuera de al menos 12 locales en República de Chile, entre República de Perú y Belisario Domínguez,.
Al ver cómo las prendas eran arrumbadas, vecinos llamaron a los dueños de los negocios y pidieron apoyo al 911.
“Llamamos para que vinieran a parar a todos esos hombres. No parecían policías, venían de pants o mezclilla, con gorras o cubrebocas para taparse la cara, otros venían muy normal, pero enojados. Llamamos muchas veces al 911, pero nadie vino en ese momento”, relató una mujer, quien prefirió reservar su nombre.
Policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana capitalina finalmente llegaron, pero se limitaron a observar y terminaron por retirarse, según los locatarios.
Dani, encargado de Velvet Boutique, acusó que sus cámaras de vigilancia fueron arrancadas por los cargadores.
“Tenía contratada a la empresa ADT, ellos también me llamaron para decirme que las cámaras estaban dañadas. Las destruyeron para no tener pruebas”, dijo.
“Nos robaron y dañaron más de cinco vestidos que son caros. Nos robaron material y otras cosas de valor”, comentó Dani.
El encargado de Creaciones Bety también denunció que su sistema de seguridad, y objetos de trabajo, que tienen un costo considerable como espejos de probadores, se quedaron en el local, pues los hombres y el actuario no dejaron de que reclamara todas sus pertenencias.
“Nos dañaron un porcentaje de nuestras mercancías. Yo traté de que no tocaran lo mío, pero no nos dejaron sacar todo, porque vieron que no dejábamos que tocaran nada”, explicó el locatario.
Otros empresarios también denunciaron que sufrieron robo de objetos de valor, cajas fuertes, dinero y hasta vestidos con un valor estimado de entre 15 mil y 17 mil pesos.
Seis horas después de los hechos, los locatarios pudieron conseguir camiones de mudanza para trasladar su mercancía a sus casas, almacenes, locales de amigos o a la Lagunilla, en lo que encuentran un nuevo lugar para trabajar.
Este es el tercer desalojo registrado este año en la zona, el más reciente ocurrió el 18 de abril en República de Brasil, y el anterior en República de Honduras.
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“Los demás compañeros tienen miedo de ser desalojados y no saber qué hacer para evitarlo. Son grupos organizados los que están detrás de esto”, aseguró uno de los afectados, quien omitió su nombre por temor a represalias.