Una encuesta realizada por el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (Equide), de la Universidad Iberoamericana, reveló que los hogares de los estratos socioeconómicos más bajos son quienes más están padeciendo la pandemia, no sólo a nivel sanitario, sino económico, educativo y de salud mental.
Como informó El Sol de México en mayo pasado, de acuerdo con expertos, la emergencia sanitaria pronto tomaría un matiz de clases sociales, es decir, afectaría más a quienes menos tienen y sacaría a flote las desigualdades y contrastes que prevalecen en la Zona Metropolitana del Valle de México, pese a que es motor de la economía del país al aportar una cuarta parte del Producto Interno Bruto nacional.
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Lo anterior se confirmó con los resultados de la encuesta de Equide -financiada por la Unicef México y apoyada por el gobierno capitalino-, la cual se aplicó a mil 917 personas de las 16 alcaldías de la Ciudad de México entre el 8 y el 17 de julio.
Graciela Teruel, de la Universidad Iberoamericana, presentó algunos de los datos: 62 por ciento de la población tuvo una reducción de ingreso y 32 por ciento perdió su empleo o fuente de ingresos. A nivel nacional estos indicadores fueron de 65 y 29 por ciento, respectivamente.
Siete por ciento de los hogares encuestados reportó que algún miembro de su familia había presentado síntomas de Covid-19 en el último mes, es decir, 134 domicilios. De estos, 85 por ciento reportó que la persona con síntomas se mantuvo aislada y en 15 por ciento restante la persona que no presentó síntomas no pudo cumplir con la cuarentena recomendada para no contagiar a más ciudadanos debido a que tenía que salir a trabajar.
Un buen diagnóstico ayuda a los gobernantes a orientar sus decisionesGraciela Teruel / Investigadora de la Ibero
Al desglosar los resultados por sectores socioeconómicos se encontró, por ejemplo, que la tasa de inseguridad más alta (19 por ciento) se da en la clase baja, aquella en la que la población tiene como máximo estudios de primaria, el internet es nulo y gasta más de 40 por ciento de sus ingresos en alimentación, mientras que en la clase en la que sus miembros son profesionistas o con posgrados y con automóvil propio esta cifra fue de 2 por ciento.
Este diario dio a conocer en mayo pasado el caso de María de la Paz Cruz, habitante del predio Impecsa, un asentamiento informal en la colonia Ermita Zaragoza, en Iztapalapa, donde 250 personas viven hacinadas. Habita en un cuarto de unos 30 metros cuadrados. Su esposo es comerciante en el transporte público y en los peores días de la pandemia logró ingresos de 70 o 100 pesos, que alcanzaban para comer o para comprar insumos de higiene, pero no para ambos rubros.
De acuerdo con la encuesta de Equide, este tipo de presiones durante la pandemia (falta de ingresos, pérdida del empleo, inseguridad alimentaria, estrés habitacional) provocaron ansiedad en la población, y los más dañados fueron aquellos que pertenecen a la clase baja, con 39 por ciento de esta población, mientras que para los hogares con mayores recursos la afectación fue de 23 por ciento.