Desde antes del sismo, pero peor después del pasado 19 de septiembre, la Delegación Iztapalapa está fracturada y un ejemplo de ello es el panorama de incertidumbre por hundimientos, grietas y cuatro edificios dañados de la Unidad Concordia-Zaragoza, donde viven un total de mil 420 familias repartidas en 60 inmuebles.
María Dolores Balderas, administradora general del multifamiliar, denunció ayer que la situación se tornó más grave cuando, después del terremoto, personal de la delegación Iztapalapa alarmó a los vecinos con la afirmación de que todo el conjunto iba a colapsar, que lo desalojaran y recogieran la ayuda para renta.
En un recorrido por la zona, vecinos de los edificios de la Sección C, encabezados por Beatriz Adriana y Manuel Quintana, afirmaron ser los más afectados por el terremoto y que los tres mil pesos de ayuda para renta que les ofrecen no les sirven.
A estos problemas, sesuma la falta de agua que padecen sus habitantes desde el día del terremoto, porque la cisterna que surte a la unidad no ha sido llenada con pipas.
Ubicada en la Calzada Ignacio Zaragoza, la unidad se inauguró en 1998 y en 2010 fueron detectados diversos hundimientos y grietas, lo cual se agudizó luego del movimiento telúrico del 19 de septiembre, que también provocó fugas de agua en las calles aledañas.
Por eso, ahora hay más banquetas levantadas, hundimientos en sus áreas comunes y edificios que lucen separados más de lo normal o de plano hundidos, con evidentes diferencias.
Luego de que se detectara la falla, se puso al servicio de los vecinos un programa de recimentación, el cual solamente fue aceptado por algunos, como los bloques L y M que actualmente no tiene mayores problemas.
En cambio, la sección C fue la que sufrió más daños, donde sus cuatro edificios, con 20 departamentos cada uno, están en riesgo y tienen daños evidentes, por lo que sus habitantes fueron desalojados desde el 19 de septiembre, pero personal de Protección Civil aún no ha entregado un diagnóstico que indique cual es el estado real de los inmuebles.
Las afectaciones se observan no en los muros de separación, sino en los de carga, por lo que bajo la supervisión de las autoridades y policías uno a uno de los vecinos entra a su departamento para retirar ropa y documentos, pero no los muebles ahí siguen.
Además de esos edificios, hay otros tres en los que ya nadie vive por seguridad, pues hay el temor de que el colapso de los más dañados los afecte en su eventual desplome.
Finalmente, la situación es de incertidumbre para los vecinos porque la ayuda para renta que les dio el gobierno de poco les sirve, pues el alquiler de viviendas en la zona rebasa los cuatro mil pesos, además hay que dejar un mes en depósito, tener fiador, y pagar la renta que va corriendo, en total tendrían que gastar casi doce mil pesos.