A diferencia de otros años, esta vez la marcha en conmemoración de los 51 años del movimiento estudiantil y la masacre del 2 de octubre de 1968 tuvo un nuevo foco: no fueron las posibles expresiones de violencia en sí mismas las que generaron la expectativa, incluso el morbo, sino el cómo éstas serían enfrentadas y contenidas por los 12 mil burócratas que desplegaría el gobierno de la Ciudad de México. Algo que llamó cinturón de paz.
Juan, trabajador de la alcaldía Miguel Hidalgo, dijo que su misión era proteger en son de paz. "Mi presencia es voluntaria, es la necesidad de generar una conciencia ciudadana. Más que nada nos dijeron que había que mantener la calma".
"¿Hay un incentivo extra?", se le cuestionó. "En mi caso, solo es mi asistencia voluntaria", repitió.
Como símbolo, el cinturón funcionó... por escasos minutos. El mensaje de paz estuvo presente, reiterado, en el primer tramo del trayecto. Pero al llegar a la calle 5 de mayo el escenario fue otro: de entre los 10 mil asistentes, 100 personas con el rostro cubierto realizaron actos de violencia que obligaron a los funcionarios capitalinos desplegados a retirarse. Entonces esa vía de acceso al Zócalo se convirtió en escenario de por lo menos tres momentos de tensión.
Los primeros estruendos de petardos ocurrieron en 5 de mayo y Eje Central. De ahí en adelante el ambiente festivo de los contingentes de la UNAM, del IPN o de la UAM se mezcló con las agresiones de los embozados a los policías que bloqueaban el paso en las entrecalles. En el Callejón Condesa ocurrió un altercado, otro en Palma, donde los uniformados decidieron bloquear el paso para disuadir los ataques, lo que generó un caos que incluso dividió a los manifestantes: estaban los que pedían la no violencia y los que pensaban lo contrario, que había que actuar contra los policías.
En este punto miembros del equipo de logística de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, actuaron como cinturón de paz, sin embargo, tuvieron que replegarse ante los empujones entre policías y manifestantes. Todos ellos ya no regresaron al punto tras el altercado.
Una vez que se retomó el control de la situación en 5 de mayo y Palma, llegó la presidenta de la Comisión de los Derechos Humanos de la Ciudad de México, Nashieli Ramírez, a quien se le preguntó sobre la función del cinturón de paz y comentó: "los cinturones de paz no estaban programados para ser seguridad. No deben, no tienen ninguna capacitación para serlo. Era simbólico”.
Efectivamente, fue simbólico. Aunque el gobierno puso sobre la mesa el mensaje de paz, en la marcha se leyó de otra manera: "vergüenza nacional, el cinturón de paz", "repudio total, al cinturón de paz", "esos de blanco que lástima me dan, traicionan a su pueblo con el título de paz", fueron las consignas lanzadas contra los servidores públicos de confianza que se apostaron a lo largo de la marcha con sus camisetas blancas y la leyenda "2 de octubre no se olvida".
Desde el Eje Central y portando la camiseta del cinturón de paz, el secretario de Cultura local, José Alfonso Suárez del Real, apuntó: "estamos aquí viendo desde esta otra parte, porque por regla general estábamos del otro lado. Ahora nos toca garantizar que ellos (los servidores públicos) ejerzan ese derecho a la manifestación, con toda tranquilidad".
El reporte del gobierno de la Ciudad de México refirió que dos mil 500 policías vigilaron la manifestación. La mayoría de los grupos estaban intercalados: hombre y mujer. Pese a que fueron objeto de agresiones, los uniformados no repelieron los ataques. Esto en consonancia con el discurso del gobierno: no se usa a la policía para reprimir. Se reportó la detención momentánea de tres personas que supuestamente lanzaron petardos y lesiones en 14 más, de las cuales tres fueron policías que ameritaron traslado al hospital.
"El objetivo de estos grupos era provocar un escenario de represión en donde los elementos de la Policía de la Ciudad de México, utilizaran la fuerza de forma generalizada contra los asistentes, lo cual no ocurrió", explicó el gobierno.
La ruta y la hora fueron las tradicionales: salir a las 16:00 horas de la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco para llegar al Zócalo a realizar un mitin. Al frente marcharon los líderes estudiantiles de hace 51 años, luego padres y familiares de los 43 normalistas de Ayotzinapa y atrás contingentes estudiantiles y organizaciones sociales.
Felix Hernandez Gamundi, líder del Comité de Huelga del 68 sostuvo, desde el Zócalo, que aún sigue impune el crimen de Estado por lo que confío en que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador pueda hacer justicia. Aclaró que es necesario retomar la lucha para un nuevo país, “un país donde quepan todos, debemos organizarnos para un nuevo país".