Con mantenimiento, maña o de puro milagro, choferes de microbuses mantienen en marcha sus unidades, algunas con más de 30 años de antigüedad y que tarde o temprano se enfrentarán a la chatarrización para pasar a la historia, como en su momento ocurrió con los cocodrilos, cotorras, delfines y otros medios de transporte de la Ciudad de México.
La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, señaló el lunes pasado, un día después del anuncio de la desaparición de la Ruta 57 -por quejas de usuarios-, que entre los planes de su administración está el desaparecer el modelo de microbús: "(El objetivo es entregar) una ciudad ya sin el viejo microbús y se está haciendo, y es algo formalmente obligatorio, pues tiene que haber una cooperación por parte de las rutas".
El Sol de México recorrió los paraderos de las terminales del Metro Tasqueña y Constitución, a fin de platicar con los microbuseros y conocer qué hacen para que sus automotores viejos sigan en servicio.
La familia Mariscal, que tenía agencias de autos de la firma Chevrolet, una de ellas localizada en la esquina de Paseo de la Reforma y la calle de Niza, tuvo la idea de fabricar ese medio de transporte, porque los pasajeros viajaban incómodos en las combis o peseros, que empezaron a extinguirse.
La Arrendadora Havre inició la venta de los primeros vehículos en 1989, cuya carrocería fue adaptada sobre la estructura de las camionetas de carga de esa marca automotriz.
Ahora hay concesionarios que consideran que sus unidades de 30 años de antigüedad aún pueden trabajar con el mantenimiento adecuado.
José, conductor de un vehículo modelo 1989, con número económico 379400, y que da servicio del Metro Constitución a la colonia San José Buenavista, alcaldía de Iztapalapa, afirmó que a su unidad, si se le da el mantenimiento debido puede durar y dar mejor servicio que un carro último modelo, "la cuestión es que los traigas bien, nada más".
Son modelos con más de 30 años de antigüedad y todavía hay refacciones en el mercado, aunque eso sí, sus propietarios se quejan de que los precios se han disparado,
Por ejemplo, las llantas que antes de la pandemia estaban en mil 600 pesos cada una ahora cuestan el doble, las más económicas son de la marca Tornell y también los gallitos se cotizan en mil 800 pesos.
Sobre cuánto tienen que invertir para mantener rodando los microbuses, Alan Silva, propietario de cuatro que dan servicio del Metro Tasqueña a la colonia Nopalera, alcaldía de Tláhuac, informó que a la semana destina a cada uno mil 500 pesos aproximadamente.
Según Ignacio Martínez, dueño de un microbús de la Ruta 14 con número económico 0140175, marcha Chevrolet y del año 1992, lo más latoso del motor son las pastillas y bobinas, autopartes eléctricas, que se amuelan cada seis o siete meses y cuestan alrededor de mil pesos.
"Ganancia, lo que se dice ganancia, ya no hay, nada más que seguimos aquí, porque ya tenemos una inversión aquí, ni modo que dejemos parada nuestra inversión", reconoció.
Nicolás Vázquez, vocero de la Fuerza Amplia de Transportistas, declaró a El Sol de México el pasado 4 de junio que cada unidad traslada de 350 a 400 usuarios diariamente y si se cobran seis pesos por cada uno de ellos el dinero que reciben diariamente es de dos mil 150 a dos mil 400 pesos.
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Ignacio Martínez, de la Ruta 14, rechazó la propuesta del Gobierno de la Ciudad de México para que destruyan su vehículo, recibir un crédito y comprar una unidad nueva, pues mejor preferirá vender y es que, agregó, son microbuses que valen un millón de pesos, y la Secretaría de Movilidad (Semovi) le daría 400 mil pesos, lo demás es una deuda a pagar para que luego salgan con que la ruta queda cancelada.
Alan Silva, concesionario de la Ruta 36, aceptó la desaparición y modernización de los microbuses, por otro tipo de camiones,"siempre y cuando el Gobierno nos refaccione para podernos modernizar".