“ ¡Está bien culero!” Es la frase que se escucha entre taxistas y choferes de transporte del Centro de Transferencia Modal (Cetram) del Metro Chapultepec, en estos días de inicio de la Fase 2 de la contingencia por el Covid 19.
Apenas hace una semana ese paradero, que fue remodelado recientemente, estaba en plena actividad, pero ayer lucía peor que un domingo, con muy poca afluencia de personas, los vendedores de alimentos de puestos fijos y ambulantes miraban con desaliento y se preguntaban qué iban a hacer con su comida.
Una señora que vende tamales en la esquina de Avenida Chapultepec y Acapulco resolvió ese dilema cerca del mediodía, cuando prefirió regalar sus antojitos entre los choferes del transporte público que regresar con ellos a su pueblo, en el Estado de México.
En cada uno de los andenes del paradero, se oían las mismas quejas, lamentaciones y la convicción de que la situación se pondrá peor, se abrió paso a la incertidumbre. Son los primeros días de la Fase 2 y la desesperación empieza a hacerse presente, por eso, en estos momentos, hay un ramillete de reclamos del gremio de transportistas.
La paralización de las actividades en las empresas de las zonas a las que los autobuses dan servicio, como Bosques de las Lomas, Satélite y Santa Fe, entre otras, los arrastró en su caída, a tal grado que la baja en el pasaje es, en algunos casos, del 70%.
Gerardo Montoya, jefe de Servicio de la Ruta 2, que cubre Metro Chapultepec-División del Norte, dijo que ya se habló con los permisionarios de los camiones para ver cómo iban a pagar la cuenta, que en ese derrotero es de 900 a mil pesos diarios, y ellos aceptaron, en buen plan, que de momento no se les iban a cobrar.
De esta manera, lo poco que obtengan los chóferes será para ellos, el número de unidades que da servicio bajó de un total de 75 a 30, pero los conductores deben pagar diésel -combustible que contrariamente a la gasolina, no bajo su tarifa y se cotiza a $20.40 el litro- y la compra de refacciones, cuyos precios se dispararon por el alza del dólar.
Esteban Pacheco, taxista de un sitio aledaño al Cetram, estimó que la afluencia de pasajeros que acuden a solicitar el servicio se cayó en un 80 por ciento, contó que tenía cerca de dos horas de que no salía a hacer un viaje, porque la mayoría de sus clientes los han mandado a trabajar a su casa.