/ jueves 27 de agosto de 2020

Pese a crisis económica, La Central de Antojos regala comida

De 6 a 7 de la tarde en el restaurante Central de Antojos entregan platillos con ayuda de donaciones

Desde las 17:00 horas, la Avenida Revolución entre Avenida Progreso y Antonio Macedo comienza a transformarse en un refugio para quienes la crisis del Covid-19 les dejó sin sustento ni comida.

Llegan desde las alcaldías Gustavo A. Madero, Tlalpan, Benito Juárez y Cuauhtémoc, pues un restaurante reparte todos los días por una hora, empezando desde las 18:00, tacos, sopa y otros platillos calientes, los fines de semana chilaquiles y pozole. La Central de Antojos abrió su cocina para echarle la mano a los que la pandemia los dejó sin oportunidad de costear una comida.

➡️ Habrá Grito de Independencia en CDMX pese a aumento de contagios

Rodrigo trabajaba como voceador de periódicos, pero en abril, de un día a otro, la empresa para la que trabajaba decidió terminar su contrato. Se enteró de la Central porque antes de perder su empleo, las colonias cercanas a la Escandón eran su rumbo de trabajo.

Frente a él están sentados Armando, que viene del albergue Coruña -donde atienden a población en situación de calle- y Paco, que llegó desde la Doctores, pero que también es visitante de Coruña. Agradecen tener un techo en este albergue, pero la comida, cuentan, no le llega al sabor de las papas con longaniza que prueban en este lugar.

Y como ellos hay al menos 60 personas más que mientras esperan la comida caliente se sientan en las bancas, platican sus problemas, bromean o simplemente no pierden de vista la mochila con la que apartaron su lugar en la fila. La banqueta se ha convertido en un espacio de convivencia.

La Central de Antojos inició desde abril con esta iniciativa que Gerardo Malván, dueño del lugar, empezó luego de que el restaurante tuvo que cerrar. Notó que quienes dormían frente al local tenían problemas aún más graves que lo que su comercio atravesaba.

Afuera del restaurante se hace una larga fila pero a todos les toca su ración de comida

“Estábamos quejándonos por todo y de repente los veías todos los días que ellos necesitaban. Pudimos trabajar con el servicio a domicilio (cuando cerramos), no sabíamos cuánta comida había que hacer, entonces de ahí empezamos a repartir. Empezamos a regalarles a los cinco que estaban ahí, luego fueron 10 y así se hicieron más”, cuenta Gerardo.

Y lo que hace un par de meses comenzó con la entrega de 25 comidas, ahora alcanza hasta para 120 personas. A nadie le cuestionan ni le niegan un taco para comer.

¿Cómo logran la meta? Este restaurante envía comida a domicilio vía aplicación, y desde ahí quien decide una orden de pozole, también tiene la opción de sumar una comida más. Se llama Ayuda 1x1, cuesta 39 pesos y por cada ayuda comprada por los clientes, la Central de Antojos pone una más.

“Empezó gente a llegar y decir: ‘compré estos panes, regálalos’. Un chavo que tenía una fábrica chica de chocolates y nos los daba. Pero luego se convirtieron en 40, 50 personas formadas, al que llegaba le dábamos. Han traído despensas e intentamos que le toque a todos”.

Pero el restaurante también está en números rojos a causa del cierre de comercios. Hace apenas un mes les permitieron reabrir para el servicio presencial con la condición de recibir al 30 por ciento de sus clientes. Gerardo confiesa que aunque quisieran, el local sólo atiende a 15 por ciento de los comensales que tenían antes de la pandemia.




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Desde las 17:00 horas, la Avenida Revolución entre Avenida Progreso y Antonio Macedo comienza a transformarse en un refugio para quienes la crisis del Covid-19 les dejó sin sustento ni comida.

Llegan desde las alcaldías Gustavo A. Madero, Tlalpan, Benito Juárez y Cuauhtémoc, pues un restaurante reparte todos los días por una hora, empezando desde las 18:00, tacos, sopa y otros platillos calientes, los fines de semana chilaquiles y pozole. La Central de Antojos abrió su cocina para echarle la mano a los que la pandemia los dejó sin oportunidad de costear una comida.

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Rodrigo trabajaba como voceador de periódicos, pero en abril, de un día a otro, la empresa para la que trabajaba decidió terminar su contrato. Se enteró de la Central porque antes de perder su empleo, las colonias cercanas a la Escandón eran su rumbo de trabajo.

Frente a él están sentados Armando, que viene del albergue Coruña -donde atienden a población en situación de calle- y Paco, que llegó desde la Doctores, pero que también es visitante de Coruña. Agradecen tener un techo en este albergue, pero la comida, cuentan, no le llega al sabor de las papas con longaniza que prueban en este lugar.

Y como ellos hay al menos 60 personas más que mientras esperan la comida caliente se sientan en las bancas, platican sus problemas, bromean o simplemente no pierden de vista la mochila con la que apartaron su lugar en la fila. La banqueta se ha convertido en un espacio de convivencia.

La Central de Antojos inició desde abril con esta iniciativa que Gerardo Malván, dueño del lugar, empezó luego de que el restaurante tuvo que cerrar. Notó que quienes dormían frente al local tenían problemas aún más graves que lo que su comercio atravesaba.

Afuera del restaurante se hace una larga fila pero a todos les toca su ración de comida

“Estábamos quejándonos por todo y de repente los veías todos los días que ellos necesitaban. Pudimos trabajar con el servicio a domicilio (cuando cerramos), no sabíamos cuánta comida había que hacer, entonces de ahí empezamos a repartir. Empezamos a regalarles a los cinco que estaban ahí, luego fueron 10 y así se hicieron más”, cuenta Gerardo.

Y lo que hace un par de meses comenzó con la entrega de 25 comidas, ahora alcanza hasta para 120 personas. A nadie le cuestionan ni le niegan un taco para comer.

¿Cómo logran la meta? Este restaurante envía comida a domicilio vía aplicación, y desde ahí quien decide una orden de pozole, también tiene la opción de sumar una comida más. Se llama Ayuda 1x1, cuesta 39 pesos y por cada ayuda comprada por los clientes, la Central de Antojos pone una más.

“Empezó gente a llegar y decir: ‘compré estos panes, regálalos’. Un chavo que tenía una fábrica chica de chocolates y nos los daba. Pero luego se convirtieron en 40, 50 personas formadas, al que llegaba le dábamos. Han traído despensas e intentamos que le toque a todos”.

Pero el restaurante también está en números rojos a causa del cierre de comercios. Hace apenas un mes les permitieron reabrir para el servicio presencial con la condición de recibir al 30 por ciento de sus clientes. Gerardo confiesa que aunque quisieran, el local sólo atiende a 15 por ciento de los comensales que tenían antes de la pandemia.




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