El Desierto de los Leones, localizado entre las alcaldías Cuajimalpa, Álvaro Obregón y los límites de Magdalena Contreras, es el próximo bosque a rescatar en la Ciudad de México. El proyecto a cargo de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema), con miras a concretarse en un periodo de cinco años, plantea 22 actividades para proteger, conservar y restaurar esta área natural protegida.
El parque nacional, explica la Sedema, presenta una degradación cada vez mayor de sus recursos naturales causados por el viento, la lluvia y los incendios forestales.
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“En todos los casos, en mayor o menor grado han contribuido a un abandono paulatino del Parque Nacional Desierto de los Leones”, asegura.
Este año iniciará el proyecto para restaurar las zonas afectadas en el incendio ocurrido en 1998, el cual afectó una superficie de 540 hectáreas del parque y 539 hectáreas de sus alrededores. La Sedema proyecta reintegrar especies nativas de árboles y plantas, el manejo integral de materiales combustibles para reducir la presencia y propagación de incendios, la restauración de suelos, entre otras tareas que permitan la conservación de especies.
Al corte de octubre del año pasado, la secretaría identificó a través de las cámaras trampa instaladas ahí 17 especies de aves y mamíferos, entre las que destacan 14 registros de venado cola blanca, 10 de lince americano, 11 de coyote y 10 de zorro gris.
La Manifestación de Impacto Ambiental de las “Acciones complementarias de conservación y restauración de la zona afectada por el incendio forestal de 1998, en el Parque Nacional Desierto de los Leones” apunta que la inversión requerida para su ejecución asciende a 20 millones 170 mil 24 pesos. Una de las obras consiste en la rehabilitación de brechas cortafuego, con el fin de prevenir cualquier contingencia o, si es el caso, poder actuar eficientemente en incendios.
“Esta actividad consiste en la remoción de estrato herbáceo y arbustivo, asimismo de combustibles pesados derivado del desplome de árboles muertos en pie. La rehabilitación se ejecutará en una longitud de cinco mil metros en un ancho promedio de cinco metros”, apunta la Manifestación de Impacto Ambiental.
Otra medida para prevenir incendios consiste en el derribo de árboles muertos en pie y suprimidos con diámetros inferiores a 0.10 metros, principalmente aquellos con riesgo de colapsar, así como aquellos cercanos a caminos.
El retiro de arbolado muerto en pie será selectivo y no total, es decir que no derribarán a individuos arbóreos que presenten bajo riesgo; además, el material vegetal resultante de los derribos será usado en la construcción de presas de ramas y de terrazas en el parque. También habrá derribos de árboles con diámetro de 0.51 a un metro para el aclareo de la zona, esto es disminuir la densidad de árboles por hectárea mediante la extracción de los más débiles y malformados, para dejar los más fuertes. Esta práctica la realizarán en sitios donde haya competencia entre los árboles, por los nutrientes, agua y luz.
El proyecto prevé la construcción de presas con troncos y ramas, las cuales ayudarán a reducir la velocidad de escurrimiento del agua, retendrán azolves y propiciarán la retención de humedad.
La empresa contratada para los trabajos también erigirá barreras vivas y cortinas rompevientos, que son hileras de árboles o arbustos establecidas en laderas, y/o en curvas a nivel útiles para reducir la velocidad de escurrimiento del agua de lluvia y para retener los materiales transportados por ella.
El parque será reforestado con especies nativas como oyamel, pino, madroño, tepozán, perlilla y chapulixtle. La rehabilitación incluye la elaboración de un censo diagnóstico de reforestación con especies no nativas, el cual será realizado de octubre a diciembre.
El Río Santo Desierto y sus afluentes tendrán un plan de saneamiento y restauración, la actividad será realizada a lo largo de seis kilómetros del cauce del río. “Se realizarán los recorridos necesarios para el reconocimiento, obtención de datos cualitativos y cuantitativos, análisis, planteamiento y elaboración del diagnóstico sobre el análisis físico, químico y biológico de la calidad de agua”, prevé el proyecto.
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Otra acción consiste en el monitoreo de anfibios, reptiles, aves y mamíferos en una superficie de 541.26 hectáreas, correspondientes al área del incendio de 1998. El análisis de especies incluirá trabajo técnico en campo y gabinete para la sistematización, manejo y análisis de información. Se monitorearán cuatro taxones: anfibios, reptiles, aves y mamíferos.
En cuanto al control de plagas, la empresa encargada del proyecto realizará un estudio de noviembre a diciembre que consistirá en el monitoreo del arbolado en 40.29 hectáreas, para conocer el grado de infección del arbolado por presencia de muérdago enano.
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