/ lunes 6 de abril de 2020

¿Qué pasa al enviar un SMS por Covid-19? Así lo narran los capitalinos

Capitalinos con alto riesgo de contagio narran cómo han sido monitoreados luego de enviar un SMS

Las molestias de salud empezaron a preocupar a Laura desde el pasado 24 de marzo. Pensó que se trataba de una gripa pues ella no viajó al extranjero, una condición que en ese entonces era prioritaria de un contagio de Covid-19.

Los días pasaron y su malestar aumentó. Laura es psicóloga, tiene 42 años y narra cómo se mantiene bajo resguardo en casa. Apenas termina una oración, hace una pausa, tose, toma otra bocanada de aire y sigue con su relato. “Perdón, me agito”, se disculpa durante la entrevista.

El pasado sábado 28 de marzo decidió hacerle frente al malestar. Como seguía por las mañanas los anuncios de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum y cada noche las conferencias del Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, supo qué tenía que hacer y envió un mensaje de texto al 51515. Su tamizaje resultó en un alto riesgo de tener Covid-19.

“Me sentí mal, con zozobra, asustada, le dije a mi familia que me trajeran cosas por si yo ya no podía salir”. A las 14:00 horas recibió una llamada que la dejó más calmada: un doctor de Locatel le explicó que le darían seguimiento. No debía tomar ningún antigripal ni antiviral, sólo podría tomar paracetamol si la cabeza dolía de forma severa y le pidieron protegerse con cubrebocas y guantes.

Para el domingo, otro médico llamó. Eran las 18:00. “¿Cómo sigue, se han agudizado sus síntomas?”, le preguntaron. Laura recuerda que eran muy enfáticos en conocer si tenía problemas para respirar. “Afortunadamente solo me agito cuando empiezo a hablar, me siento como si estuviera corriendo”, intenta bromear.

Del lunes al martes recibió dos llamadas más: la primera de una doctora que le pidió no salir de casa y la segunda del gobierno capitalino para informarle sobre la entrega de un kit médico. Fue así que el 1 de abril el kit llegó a la puerta de su casa a través de sus vecinos, quienes se ofrecieron a recibirlo en el edificio y llevárselo a Laura.

“Me llegó un termómetro digital, un tríptico, 30 cubrebocas, 2 cajas de paracetamol para 17 días y una pequeña despensa que trae jabón, arroz, cereal, toallas sanitarias, caldo de pollo, soya, café, papel de baño, suero, galletas y sopa de pasta, atún, frijol, gelatina, chiles, azúcar, leche en polvo, cloro y pasta dental”. Ella piensa guardar esta reserva de comida para que cuando todo pase, la pueda donar a quien le sea más útil.

Sin embargo, la mantiene inquieta saber por qué enfermó. “Yo no viajé. Tuve un familiar internado en oncología en el estado de Hidalgo, mi familiar falleció y estuvimos yendo a visita y ya nos pedían el cubrebocas, pero recuerdo que en una ocasión de traslado estábamos con unas personas con mucha gripe. He tratado de darle vueltas al asunto”.

Al día 16, si no mejora, deberá ir a su clínica de salud. “Desde que me llamó el médico, honestamente no me lo esperaba, cuando me llamó me sentí muy tranquila”.

Como a Laura, el kit le llegó a Manuel aunque también traía una tarjeta con mil pesos. El lunes 30 de marzo comenzó con dolor de garganta, de cabeza y fiebre ligera. Un día después lo visitaron un hombre y una mujer de la brigada de contención. Portaban un tapabocas y guantes de látex, no le hicieron algún chequeo y sólo realizaron la entrega.

“No había viajado al extranjero en los últimos 6 meses, sin embargo tuve interacción con gente que había tenido contacto con gente que si había viajado a Estados Unidos y Europa (...) Me pidieron estar pendiente a los síntomas, me recordaron los puntos de contacto y que estuviera al pendiente de los comunicados del gobierno”.

A Hugo también le llegó este apoyo aunque su diagnóstico final, confirmado por su clínica, fue una infección por bacteria. Lo visitaron el lunes 30 para entregarle únicamente el kit.

“Mi fiebre y tos fue causada por una bacteria y no Covid-19, pero decidieron dejarme un kit médico y que fuera pronto a mi clinica familiar. Un día después fui y me confirmaron que efectivamente no es Covid. Sigo con tos pero ya no con fiebre, me recetaron penicilina, paracetamol, naproxeno y ambroxol”, cuenta.

Claudia Sheinbaum confirmó el pasado sábado que estos kits habían llegado a mil personas, incluso explicó que hubo quienes decidieron prescindir de este apoyo que puede ser utilizado por alguien más que lo necesite.

SIN KIT NI PRUEBAS

El panorama de Laura, Manuel y Hugo no fue el mismo para Ana, quien ha documentado en redes su día a día desde que se mantiene en casa bajo la sospecha de contagio tras un viaje a Berlín y Ámsterdam.

Presentaba los síntomas de Covid-19, excepto uno: fiebre. Por eso acudió con su doctor el 13 de marzo, a quien le explicó que no le querían hacer la prueba pues aunque se sentía mal, no era candidata si no había fiebre.

Luego recurrió al sistema SMS. Hizo el primer contacto el 17 de marzo, en donde le confirmaron que tenía riesgo alto y que se iban a contactar con ella tres días después. No fue hasta el cuarto día cuando le llegó otro mensaje para que realizara un nuevo cuestionario con diferentes preguntas. La respuesta fue la misma: alto riesgo de contagio.

“Pasó el tiempo y ya no me contactaron, terminé mi tratamiento y me sentí con los mismos síntomas: dolor de garganta severo, tos por la noche, cuerpo cansado”. Fue en ese momento que decidió repetir el envió del mensaje de texto.

El sábado 21 le confirmaron que pasó de alto riesgo a muy alto riesgo. “Me dijeron, mañana van a pasar contigo de Locatel para hacerte otra entrevista, me llama una doctora me hace unas preguntas y me canaliza con el centro de salud de la alcaldía Benito Juárez, me dice que me van a hablar por la noche para otra entrevista. Luego el doctor me habla y me dice que al siguiente día (lunes) vendrían del centro de salud Portales, que es la unidad que me corresponde por ser la más cercana, para tomarme la muestra”.

Fue hasta el martes 24 cuando una brigada llegó a su domicilio para la toma. “Terminamos la entrevista, la doctora se cubre totalmente, se pone equipo de protección y ella toma el tamizado, no fue por la nariz sino por la garganta, pero no me dio ninguna indicación médica”, dice.

Ana vive en un edificio de 10 departamentos, algunos vecinos si saben que ella, su esposo y sus dos hijos están en cuarentena por lo que no han sufrido algún rechazo o discriminación. Recuerda que ni Locatel ni el centro de salud le habló de la entrega un kit. Sigue a la espera de su resultado.

Las molestias de salud empezaron a preocupar a Laura desde el pasado 24 de marzo. Pensó que se trataba de una gripa pues ella no viajó al extranjero, una condición que en ese entonces era prioritaria de un contagio de Covid-19.

Los días pasaron y su malestar aumentó. Laura es psicóloga, tiene 42 años y narra cómo se mantiene bajo resguardo en casa. Apenas termina una oración, hace una pausa, tose, toma otra bocanada de aire y sigue con su relato. “Perdón, me agito”, se disculpa durante la entrevista.

El pasado sábado 28 de marzo decidió hacerle frente al malestar. Como seguía por las mañanas los anuncios de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum y cada noche las conferencias del Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, supo qué tenía que hacer y envió un mensaje de texto al 51515. Su tamizaje resultó en un alto riesgo de tener Covid-19.

“Me sentí mal, con zozobra, asustada, le dije a mi familia que me trajeran cosas por si yo ya no podía salir”. A las 14:00 horas recibió una llamada que la dejó más calmada: un doctor de Locatel le explicó que le darían seguimiento. No debía tomar ningún antigripal ni antiviral, sólo podría tomar paracetamol si la cabeza dolía de forma severa y le pidieron protegerse con cubrebocas y guantes.

Para el domingo, otro médico llamó. Eran las 18:00. “¿Cómo sigue, se han agudizado sus síntomas?”, le preguntaron. Laura recuerda que eran muy enfáticos en conocer si tenía problemas para respirar. “Afortunadamente solo me agito cuando empiezo a hablar, me siento como si estuviera corriendo”, intenta bromear.

Del lunes al martes recibió dos llamadas más: la primera de una doctora que le pidió no salir de casa y la segunda del gobierno capitalino para informarle sobre la entrega de un kit médico. Fue así que el 1 de abril el kit llegó a la puerta de su casa a través de sus vecinos, quienes se ofrecieron a recibirlo en el edificio y llevárselo a Laura.

“Me llegó un termómetro digital, un tríptico, 30 cubrebocas, 2 cajas de paracetamol para 17 días y una pequeña despensa que trae jabón, arroz, cereal, toallas sanitarias, caldo de pollo, soya, café, papel de baño, suero, galletas y sopa de pasta, atún, frijol, gelatina, chiles, azúcar, leche en polvo, cloro y pasta dental”. Ella piensa guardar esta reserva de comida para que cuando todo pase, la pueda donar a quien le sea más útil.

Sin embargo, la mantiene inquieta saber por qué enfermó. “Yo no viajé. Tuve un familiar internado en oncología en el estado de Hidalgo, mi familiar falleció y estuvimos yendo a visita y ya nos pedían el cubrebocas, pero recuerdo que en una ocasión de traslado estábamos con unas personas con mucha gripe. He tratado de darle vueltas al asunto”.

Al día 16, si no mejora, deberá ir a su clínica de salud. “Desde que me llamó el médico, honestamente no me lo esperaba, cuando me llamó me sentí muy tranquila”.

Como a Laura, el kit le llegó a Manuel aunque también traía una tarjeta con mil pesos. El lunes 30 de marzo comenzó con dolor de garganta, de cabeza y fiebre ligera. Un día después lo visitaron un hombre y una mujer de la brigada de contención. Portaban un tapabocas y guantes de látex, no le hicieron algún chequeo y sólo realizaron la entrega.

“No había viajado al extranjero en los últimos 6 meses, sin embargo tuve interacción con gente que había tenido contacto con gente que si había viajado a Estados Unidos y Europa (...) Me pidieron estar pendiente a los síntomas, me recordaron los puntos de contacto y que estuviera al pendiente de los comunicados del gobierno”.

A Hugo también le llegó este apoyo aunque su diagnóstico final, confirmado por su clínica, fue una infección por bacteria. Lo visitaron el lunes 30 para entregarle únicamente el kit.

“Mi fiebre y tos fue causada por una bacteria y no Covid-19, pero decidieron dejarme un kit médico y que fuera pronto a mi clinica familiar. Un día después fui y me confirmaron que efectivamente no es Covid. Sigo con tos pero ya no con fiebre, me recetaron penicilina, paracetamol, naproxeno y ambroxol”, cuenta.

Claudia Sheinbaum confirmó el pasado sábado que estos kits habían llegado a mil personas, incluso explicó que hubo quienes decidieron prescindir de este apoyo que puede ser utilizado por alguien más que lo necesite.

SIN KIT NI PRUEBAS

El panorama de Laura, Manuel y Hugo no fue el mismo para Ana, quien ha documentado en redes su día a día desde que se mantiene en casa bajo la sospecha de contagio tras un viaje a Berlín y Ámsterdam.

Presentaba los síntomas de Covid-19, excepto uno: fiebre. Por eso acudió con su doctor el 13 de marzo, a quien le explicó que no le querían hacer la prueba pues aunque se sentía mal, no era candidata si no había fiebre.

Luego recurrió al sistema SMS. Hizo el primer contacto el 17 de marzo, en donde le confirmaron que tenía riesgo alto y que se iban a contactar con ella tres días después. No fue hasta el cuarto día cuando le llegó otro mensaje para que realizara un nuevo cuestionario con diferentes preguntas. La respuesta fue la misma: alto riesgo de contagio.

“Pasó el tiempo y ya no me contactaron, terminé mi tratamiento y me sentí con los mismos síntomas: dolor de garganta severo, tos por la noche, cuerpo cansado”. Fue en ese momento que decidió repetir el envió del mensaje de texto.

El sábado 21 le confirmaron que pasó de alto riesgo a muy alto riesgo. “Me dijeron, mañana van a pasar contigo de Locatel para hacerte otra entrevista, me llama una doctora me hace unas preguntas y me canaliza con el centro de salud de la alcaldía Benito Juárez, me dice que me van a hablar por la noche para otra entrevista. Luego el doctor me habla y me dice que al siguiente día (lunes) vendrían del centro de salud Portales, que es la unidad que me corresponde por ser la más cercana, para tomarme la muestra”.

Fue hasta el martes 24 cuando una brigada llegó a su domicilio para la toma. “Terminamos la entrevista, la doctora se cubre totalmente, se pone equipo de protección y ella toma el tamizado, no fue por la nariz sino por la garganta, pero no me dio ninguna indicación médica”, dice.

Ana vive en un edificio de 10 departamentos, algunos vecinos si saben que ella, su esposo y sus dos hijos están en cuarentena por lo que no han sufrido algún rechazo o discriminación. Recuerda que ni Locatel ni el centro de salud le habló de la entrega un kit. Sigue a la espera de su resultado.

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