Testigo fiel de la vida cotidiana y económica de la Ciudad de México, Reforma se ha convertido con el paso del tiempo en una de las principales avenidas donde convergen miles de personas que transitan diariamente sus calles, ya sea a pié o en algún tipo de transporte con el propósito de asistir al trabajo, caminar, comprar o simplemente protestar por equis circunstancia.
Sus calles albergan a orgullosos rascacielos, edificios de departamentos de lujo, importantes corporativos empresariales, bancos, librerías, restaurantes, hoteles, centros comerciales y sedes de gobierno.
Pero también ahí viven el Ángel guardián de la ciudad y, como observadores del ir y venir de los capitalinos, lo acompañan los distintos monumentos y estatuas, muchos de los cuales se encuentran abandonados, ya no por las autoridades sino por los mismos capitalinos, a quienes no les importa verlos deteriorados y pintados con algún tipo de gaffiti.
Reforma, además de ser el corazón económico de la capital del país, es una especie de marchódromo, que al paso de cada contingente se suma un graffiti más a cada monumento, a cada estatua. Arte histórico olvidado e ignorado por los habitantes de esta ciudad capital.