Con 24 años de trabajar como custodio en dos cárceles capitalinas, la penitenciaría de Santa Martha Acatitla y el Reclusorio Oriente, el señor Concepción aseguró que son los presos quienes verdaderamente tienen el control en los penales.
En entrevista con El Sol de México prefirió no decir sus apellidos, pero calificó su trabajo de peligroso, pesado y que el miedo lo acompaña al salir de su centro de labores, pero eso incluye también a personal administrativo.
Sus respuestas son cortas, en ocasiones prefiere no abundar en los temas, pero, interrogado sobre qué le han dejado 24 años de cuidar a todo tipo de delincuentes, contestó: "Tristeza y amargura con esto.
Nos cuentan por ahí que hay un grupo de gente, de los que somos más viejos, que nos quieren liquidar y nos están inventando muchas anomalías, por ejemplo que no se presenta uno a la prueba del polígrafo, lo cual, aseguró, que es anticonstitucional y esa es la base por la que nos quieren dar de baja.
Afirmó que es imposible llevar a cabo una tarea tan pesada, porque es difícil convivir con todos y si no se aceptan las condiciones de los jefes, lo hacen a uno a un lado.
Sin embargo, aseguró que lo más terrible de ser custodio es no contar con el apoyo de los mandos en los reclusorios, aunque tengan la razón, “ellos, los mandos, siempre le dan la razón a los presos”. Con este panorama se le preguntó: ¿Quiénes son más presos, ustedes o los internos? Y respondió sin dudar: "De hecho somos nosotros, porque en un dormitorio existen muchos teléfonos celulares y en cambio a uno, como personal de custodia, no le dan permiso de meter su teléfono móvil por alguna necesidad o urgencia familiar, por órdenes de los mandos".
Aceptó que una cárcel es el hotel más caro del mundo, porque los mandos exigen rentas para todo a ellos y a los presos, quienes ellos mismos se tienen que uniformar o sus familias les compran su ropa, porque de parte del gobierno, subrayó, nunca llegan.
Además, la comida que reciben es pésima, cuando se supone que hay un presupuesto para el mantenimiento de los reclusorios.
Por ejemplo se le planteó que si uno, al pasar por la aduana, y no cumple con los requisitos para entrar a la visita ¿de cuánto es el moche?, eso, explicó, depende de lo que no se cumpla.
Contó que los presos jóvenes son los más difíciles de controlar, porque siempre quieren hacer lo que ellos digan, mientras que los internos viejos son más respetuosos con los celadores.
Entonces, recuerda cuando empezó a trabajar como celador de Santa Martha, en la década de los noventas, cuando la población penitenciaria era de cinco mil 700 presos aproximadamente a cargo de 140 custodios, entonces había más respeto, pero hoy los presos insultan a los carceleros, los sobajan y cuando se avisa a los mandos, nunca imponen medidas disciplinarias.
Según datos de los mismos custodios, actualmente uno de ellos tiene que cuidar de 600 a 800 internos, porque no hay personal suficiente y es que nada más en el Reclusorio Oriente hay ocho mil 600 presos, a pesar de que su capacidad es de tres mil personas.
De las drogas, no negó que circulen en las cárceles y que las visitas las meten. Al finalizar la entrevista y con todo lo que ha vivido Concepción rechazó que las cárceles sirvan para rehabilitar a los presos.
“Nuestras autoridades son hipócritas, porque nunca hay una rehabilitación para el interno” y, como ejemplo, mencionó que en el Reclusorio Oriente tienen internos a muchos criminales y secuestradores y se supone que es un reclusorio preventivo.