El desabasto por la falta de suministro de agua potable empeora en las delegaciones Tláhuac, Xochimilco e Iztapalapa, tras el anuncio de que el problema estará resuelto en tres meses.
El Sol de México constató que la problemática que se presenta y agudiza, más la escasez, es el secuestro de pipas tanto delegacionales como particulares.
A ello se suma la negativa de los choferes de los camiones repartidores de agua como Electropura y Bonafont, de entrar a colonias de estas jurisdicciones. Esta negativa a comercializar el agua purificada se debe al temor por los saqueos y robos. Por estas razones, el agua no llega a los habitantes, ni la gratuita vía gubernamental, ni la que se compra.
“Ya ni el repartidor de los garrafones en triciclo se arriesga a venir”, lamentó Rosalía Benítez, habitante de Xochimilco.
En consecuencia, pobladores de diversas colonias de estas tres delegaciones están atrapados en un círculo vicioso en el cual el común denominador es la falta de agua.
En Xochimilco, los vecinos tienen el suministro de pipas, aunque éstas son particulares, no delegacionales, por las que los habitantes tiene que pagar en promedio mil 500 pesos.
La ironía de la falta de agua, es que en Nativitas, existe una fractura en la red de agua potable y se desperdicia. La tubería rota se localiza en la Primera Cerrada de Desiderio Peña, frente al domicilio marcado con el número tres. “Es increíble, como no nos llega agua a las casas y en la calle se desperdicia por fugas. No se tiene agua, y la que hay se desperdicia”, externó Sandra Martínez.
En Tláhuac, habitantes de Unidades Habitacionales como los de la “Zacatenco”, no tienen agua.
“Nos han dicho que por las fracturas en el acueducto Tláhuac-Neza, no se tiene ni agua, ni la presión para mandar la poca que se llega a acumular”, indicó Juan Meléndez, quien expuso que la respuesta delegacional a sus demandas es que tengan paciencia. “Nos mandan tres pipas para abastecernos cuando lo que necesitamos es cuando menos ocho... No todos alcanzan”, externó.
Y la problemática que se vive es el secuestro de las pipas, por parte de gente armada.
“Por culpa de esas personas ya son muy pocas las pipas que logramos conseguir, a cuyos choferes tenemos que acompañar, para que no los roben”, señaló Mateo Ramírez, habitante de San Andrés.
En Iztapalapa, en la zona del cerro de Santa Catarina, las personas se quejan del abuso de los piperos que llegan a pedir hasta dos mil pesos, aunque en algunos casos son cinco mil, acusó Alicia Ramírez, habitante de San Lorenzo.
Señaló que los tanques de La Caldera y Cerro de la Estrella dejaron de surtir, y el bajo caudal que envía el Sistema de Aguas no logra llegar a los domicilios. “Ya era grave la situación antes del sismo y ahora estamos crucificados”, externó.