En la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) hay un automóvil por cada dos habitantes, lo cual se ve reflejado en la grave congestión vehicular que ha colocado a la capital del país y a la zona conurbada en el primer lugar del ranking mundial de peor tráfico.
Estos niveles de congestionamiento se traducen en impactos negativos en la calidad de vida de las personas, pues se calcula que cada capitalino deja de percibir cinco mil 827 pesos y pasa encerrado en su vehículo, atorado en embotellamientos, seis días de su vida al año, tiempo que podría ser aprovechado en actividades productivas.
Lo anterior, de acuerdo con el estudio El costo de la congestión: vida y recursos perdidos, elaborado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) y Sin Tráfico, una plataforma de análisis de datos de congestión vehicular, y presentado ayer por Óscar Ruiz y Eugenio Riveroll.
Ambos expertos en movilidad señalaron que en México ha habido, históricamente, una apuesta fallida por la movilidad en automóvil y prueba de ello es que mientras 24 por ciento de la población se mueve en vehículo particular y 39 por ciento usa transporte público, se invierte 47 por ciento del presupuesto en el coche y solamente 1.2 por ciento en mejorar y ampliar el transporte público.
Esto ha generado una dependencia del auto que ha traído consecuencias negativas, no sólo ambientales, sino también en términos de movilidad. Mientras en 1990 había 2.6 millones de vehículos en el Valle de México, hoy suman 11.4 millones y en el mismo periodo la velocidad promedio en horas pico bajó seis veces, al pasar de 38.5 a 6.4 kilómetros por hora.
El documento revelado ayer indica que, a nivel nacional, en las 32 ciudades con mayor actividad económica (una por entidad), el costo de la congestión es de 94 mil millones de pesos al año y 100 horas perdidas en embotellamientos en promedio al año. El 73 por ciento de este costo recae en los usuarios del transporte público y el resto en automovilistas.
Es el Valle de México, por sus dimensiones geográficas y su actividad económica, donde cuesta más la congestión vehicular, con 47 millones de pesos al año, por encima de Monterrey, con nueve millones 800 mil pesos, y Guadalajara, con ocho millones de pesos al año.
¿QUÉ HACER?
Es por este panorama que Ruiz y Riveroll lanzaron una serie de propuestas para revertir los niveles de tráfico y potenciar la inversión en el transporte público, de manera que se pueda mejorar la movilidad de los ciudadanos, sobre todo de aquellos que se mueven de las periferias al centro de las ciudades y que hacen hasta tres horas de ida y tres de vuelta en sus viajes diarios.
Entre las propuestas destacan que se invierta en infraestructura para transporte no motorizado, en la evaluación de la tarifa del Metro, por ejemplo, para que la población vulnerable pague un costo preferencial y aquellos que puedan pagar más, lo hagan, para que se pueda recaudar mas dinero y éste sea invertido en la modernización del transporte público.
Señalaron que es necesario también regresar al cobro generalizado de la tenencia vehicular como una manera de desincentivar el uso del automóvil y de generar ingresos para el transporte público. Los mismo en el caso del cobro por congestión, que implicaría cobrar una tarifa a los automovilistas que ingresaran a zonas de alta demanda vehicular como, por ejemplo, el Centro Histórico, Polanco o avenidas como Circuito Interior, Viaducto, Periférico, Reforma e Insurgentes, sólo por mencionar algunas.